Jayanes hay en la danza
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Jayanes hay en la danza
Al regresar don Quijote de su primera salida en busca de aventuras, aún sin la compañía de su escudero Sancho Panza, es llevado a casa por su vecino Pedro Alonso. Llega todo molido a golpes luego de caerse de su caballo cuando se disponía a atacar a un grupo de mercaderes, y ya en el suelo es apaleado a placer por un mozo de mulas de éstos.
La reyerta se suscita cuando los dichos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia y eran seis “con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie”, se niegan a confesar, como don Quijote les exige, “que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso”.
Al llegar a su casa, todo golpeado, el caballero manchego explica a su ama, a su sobrina, al cura y a su amigo el barbero, maese Nicolás, que iba molido “por haber dado una gran caída con Rocinante, su caballo, combatiéndose con diez jayanes (gigantes), los más desaforados y atrevidos que pudieran hallarse en gran parte de la tierra”.
“¿JAYANES HAY EN LA DANZA? Ta, ta, -dijo el cura-”.
Al exclamar lo anterior, el cura quiere dar a entender que en ese momento cae en la cuenta que se trata más bien de la locura de don Quijote.
La expresión “jayanes hay en la danza”, propia de Cervantes, significa que algo no tiene más explicación que la locura de quien afirma alguna cosa.
@jagarciavilla
JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA
LOS REFRANES DEL QUIJOTE
El Quijote I, 5