Javier Cercas, contra la desmemoria

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Javier Cercas, contra la desmemoria

“Yo creo que mi madre, (…) igual que muchos que hicieron las maletas, nunca acabó de acep-tar su nueva vida y, acorazada en su empleo excluyente de ama de casa de familia nume-rosa, vivió en Gerona”.

Por: Agustín Catalán

Este impecable cierre del círculo que abrió Soldados de Salamina en 2001 es de lectura inexcusable para quienes leyeron aquella novela: ambas se iluminan mutuamente. El tema, como entonces, no es tanto la guerra civil española y sus atroces secuelas y la memoria de todo ello —sin dejar de serlo— como la toxicidad de cierto heroísmo patriótico, la mendaz épica con que se disfrazan los venenos ideológicos que arruinaron la vida de muchos jóvenes idealistas o solo inmaduros. En ‘Soldados’ había un héroe auténtico, un excombatiente republicano olvidado por todo el mundo, en un asilo francés. En esta novela hay un héroe falso, un adolescente borracho del lenguaje falangista que muere en la batalla del Ebro a los 19 años. ¿Qué llevó en 1936 a un joven —a miles de ellos— a creer en el infeccioso sueño fascista y entregar su vida a cambio de esa calderilla ideológica? El interrogante latía debajo del retrato de Rafael Sánchez Mazas en ‘Soldados de Salamina’ y ahora tanto la pregunta cobra un nuevo sentido, porque el joven que protagoniza el libro es Manuel Mena, el tío abuelo de Javier Cercas al que la madre del escritor, desde su infancia, veneró como a un héroe. Por decirlo brevemente, Sánchez Mazas, como ideólogo de Falange, fue responsable indirecto de la muerte de Mena. Setenta y tantos años después de los hechos, Javier Cercas emprende un viaje al origen.

*Agustín Catalán

El Monarca de las Sombras

Javier Cercas

 Ed. Penguin Random House.

288 pp.