Irresponsabilidad ambiental
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Irresponsabilidad ambiental
En estos tiempos en que se ha consolidado la responsabilidad social empresarial como componente del desarrollo sustentable, tanto así que Naciones Unidas creó en el año 2000 el Pacto Mundial (Global Compact) en la que están involucradas empresas que ponderan la importancia de los derechos humanos, las políticas anticorrupción y apoyan la protección del medio ambiente; en México siguen prevaleciendo las empresas que contaminan y que propician y forman parte de actos de corrupción.
En el noreste mexicano, los ríos están contaminados salvo pequeños brazos de agua. En general, esta problemática aparece en todo el territorio nacional. Por ejemplo, recuerdo que me caí de una balsa en las aguas del río Antigua en Veracruz y que su alto nivel de contaminación me causó de inmediato problemas estomacales y de piel.
Existen instancias públicas como la Semarnat, Conagua, la Profepa y la Cofepris que tienen entre sus funciones tareas vinculadas a la gestión ambiental para evitar que los ríos se contaminen, pero muchas veces estas autoridades están ausentes.
Por más acuerdos que se firmen a nivel local, estatal o regional, y por más apoyos económicos de la Federación que se empleen con el propósito de sanear los ríos o de limpiar la atmósfera; lo que verdaderamente podrá garantizar que haya acciones preventivas exitosas es la participación ciudadana.
Si hubiera más ciudadanos conscientes de la problemática de la contaminación de los ríos, suelos y atmósfera del País, no tendríamos alta contaminación del medio ambiente que padecemos, pues está asociada a problemas de salud, y tal parece que las autoridades en este tema ignoran la situación o la minimizan.
Me reuní con la alcaldesa de la ciudad de Tlaxcala, con la alcaldesa de Tlaxco, Tlaxcala, y con los secretarios de Medio Ambiente de la ciudad y del Estado de Puebla para conocer su compromiso en relación con la restauración de la cuenca alta del río Balsas, que inicia con el río Zahuapan en territorio tlaxcalteca y prosigue con el río Atoyac en territorio poblano.
Percibí voluntad política. En el caso de Puebla, una propuesta para ser firmada por autoridades de ambas entidades federativas para restaurar lo que llaman la cuenca alta del río Atoyac. Desde esa denominación habría que pensar en un nombre más incluyente porque daría la impresión que se trata sólo del río que recorre Puebla.
En Tlaxcala hay 48 municipalidades y en Puebla 22 que están aparejadas al cauce del río. En todas hay descargas de líquidos resultantes de industrias, casas habitación y espacios públicos. Lo lamentable del caso es que gracias a la Licencia Ambiental Única, que es relativamente fácil de obtener por parte de personas físicas o morales en las delegaciones federales de la Semarnat, muchas empresas tienen permiso para contaminar.
En Xicotzingo, último municipio tlaxcalteca por donde transita el río Zahuapan, hay cuatro permisos para descargas al río, pero hay 120 descargas irregulares. El mismo comportamiento entre descargas autorizadas y no autorizadas aparece en todas las municipalidades que integran la microcuenca.
La mayor parte de las descargas contaminantes en esta región que comparten Tlaxcala y Puebla son de empresas textiles, siguiéndoles las de empresas metal mecánicas.
En esta visita hablé en la ciudad de Orizaba, Veracruz, con la maestra Milena Koprivitza Acuña, quien se comprometió a realizar un estudio sobre la contaminación de los ríos de la microcuenca y su relación con expresiones culturales, para saber cuántas de ellas están por desaparecer, ya que hay un vínculo entre la salud del hábitat y la cultura de origen de los pueblos. Así que la moneda está en el aire con la certidumbre que un programa de educación ambiental para los actores sociales y entes económicos de la región sería de gran utilidad para salvar la riqueza casi perdida de dos ríos emblemáticos.