Investigación y generación de conocimientos

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Investigación y generación de conocimientos

La transición que estamos viviendo apenas empezó y ya nos tiene en vilo en no pocos aspectos que son importantes. Entre un gobierno que prepara su salida sin la fastuosidad del pasado y otro que llega (antes de llegar) a tambor batiente o, en términos musicales, con pompa y circunstancia, los ciudadanos somos testigos de algo inusual. En general todo lo expuesto por López Obrador ha sido bienvenido por su soltura, simpleza y un aparente candor. Sin embargo, cuando ha tenido que empujar ideas problemáticas o complicadas, ha demostrado tenerlas bien definidas.

Habló ante investigadores de la UNAM y esclareció no pocas propuestas. Presentó a la Dra. María Elena Álvarez-Buylla Roces como directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, investigadora de alto nivel y Premio Nacional de Ciencias. AMLO dijo lo que todos sabemos: que en México el Gobierno federal no dedica ni el uno por ciento del Producto Interno Bruto a la ciencia, mientras que otros países consagran del tres al ocho por ciento al rubro. Añadió que no puede ahora ofrecer ningún aumento, pero asegura que al menos no bajarán los apoyos y que crecerán en la medida de los índices de inflación.

Dentro de sus ideas personales (cuando levantaba la vista de los papeles y dejaba de leer) nos enteramos de que hay 28 mil científicos en el Sistema Nacional de Investigadores, pero que la mayor parte, y con mucho, son varones. Él desearía que hubiese más mujeres. Y algo que me pareció excelente: apuntalará a las ciencias duras (así las llamó), pero también a las ciencias sociales. No es algo que deba dejarse de lado, pues a través de los años hemos ido comprobando que no han dejado de fluir los recursos para física, química, medicina y biología y, por el contrario, la negativa sistemática a aceptar proyectos para generar conocimientos en los campos de psicología, historia, sociología, antropología o trabajo social.

En los últimos sexenios de gobernadores coahuilenses, todos priistas, el organismo encargado de recibir proyectos y aprobarlos o rechazarlos optó siempre por lo segundo. En COECyT todo era, según los directores, para “tecnología”. Así, quienes tenían beneficios evidentes de la parte federal recibían suplementos del Estado de Coahuila. Desde Enrique Martínez a Humberto Moreira y Rubén Moreira presenté proyectos de investigación relacionados con historia, antropología, psicología y demás que fueron rechazados uno tras otro. Soy terco y encontré ayuda fuera de las instituciones estatales y, desde fuera, hemos generado libros sobre ecología, comunidades ejidales de la sierra o de General Cepeda, historia del agua en Saltillo, organización y catalogación del Archivo Parroquial de Santiago (Monclova), historia de las comunidades del río Nadadores y algo más. Eso no quita que nuestro trabajo fue muy sacrificado y que varios maestros pusimos dinero de nuestros bolsillos. No fui yo individualmente, lo aclaro, sino un grupo de maestros y muchísimos alumnos que, en sus horas de servicio social, generamos nuevos conocimientos. Los estudiantes demostraron generosidad y mística de trabajo. Espero que la oferta de AMLO empareje lo disparejo.

Considero que es importante que se lleven a cabo estudios sobre enfermedades, pero me pregunto si ha habido algún avance en los problemas más evidentes; mi respuesta es que no los hubo. Me refiero a que los coahuilenses tenemos dos dolorosos asuntos: la diabetes y la obesidad. No es gratuito: tenemos entre nuestras ciudades a la que más refrescos embotellados bebe en el mundo entero (en relación con su población); tenemos, también, muchos gordos: los alcaldes de Saltillo han promovido la comida chatarra hasta las heces. Las pocas escuelas en que los directores o maestros proponían alternativas a las bebidas hiperazucaradas o a los productos chatarra han fracasado cuando algún maestro permite que se introduzcan porque en ello le van ganancias extra. Quiero decir que en un ejemplo como este podríamos trabajar los investigadores de “ciencias duras” del “Peje” o los de ciencias sociales. Y se requiere de recursos para investigar.