Intervención, el arte de la restauración

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Intervención, el arte de la restauración

Intervención. El Ecce Homo de Borja sufrió una restauración fallida, y la noticia le dio la vuelta al mundo entero. Fotos: Archivo
Luego de que la historia de otra restauración fallida llegara al conocimiento de las masas, VANGUARDIA contactó con una restauradora de profesión para conocer los pormenores de esta práctica

En días pasados se dio a conocer el caso de una restauración fallida efectuada en una escultura de madera de San Jorge del siglo 16, ubicada en la iglesia de San Miguel de Estella en Navarra, España, la cual fue comisionada por el párroco a Carmen Puerta, una maestra de manualidades.

Las comparaciones con el Ecce Homo de Borja, ocurrido también en el país ibérico, no tardaron. Asociaciones de restauradores se pronunciaron en contra del atentado al patrimonio histórico español e incluso algunas amenazaron con interponer denuncias en contra de los perpetradores.

En VANGUARDIA tuvimos la oportunidad de contar con una restauradora profesional, experta en este tema, quien nos dio su opinión profesional sobre lo sucedido con este San Jorge y nos explicó además algunos de los pormenores de lo que implica una práctica responsable de esta disciplina.

Se trata de una intervención fallida, pero no puedo dejar de ver que fue una intervención hecha por una persona no profesional en el ramo de conservación y restauración”.
María Elena Elizarrarás Zuloaga, restauradora.

Egresada de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel Castillo Negrete” en la Ciudad de México, María Elena Elizarrarás Zuloaga ha trabajado en proyectos en el Convento de San Diego en Morelia, en excavaciones en San Juan Teotihuacán, trabajó para el Museo de Monterrey y lleva varios años con un taller de restauración, trabajando por su cuenta.

“Se trata de una intervención fallida, pero no puedo dejar de ver que fue una intervención hecha por una persona no profesional en el ramo de conservación y restauración, no por eso digo que esté bien, pero por esto quizá el más responsable es quien encargó el trabajo”, comentó para VANGUARDIA la restauradora, “hay que hacer la aclaración entre conservación y restauración; la primera son los procesos que se hacen para estabilizar una obra y detener el deterioro y la restauración son los procesos que se le hacen a la obra para recuperar su estética y mejore visualmente”.

Error. Según la experta, la culpa también recae en quien encargó el trabajo, ya que son obras importantes que requieren de trato especial.

Hay cosas que nos enseñan a los restauradores que son básicas para la práctica y no se respetaron aquí. Lo primero es el respeto por la obra de arte o bien cultural. No hay que perder de vista que se trata de una obra hecha por alguien más, que fue su autor, la hizo con ciertos materiales y métodos y tuvo un motivo para hacerla de ese modo y además tiene una historia que contar”, continuó, “hay que saber que yo no soy el autor, soy el conservador, quien se encarga de que perdure para que siga contando esa historia y eso hace que yo tome mi sitio y distancia”.

“Por otra parte es ejercer la mínima intervención. Se hace un diagnóstico para conocer su estado real y entonces actúas en consecuencia y con esto se toman las mejores decisiones para que se siga notando su edad, pero se conserve, que se note sin que tenga que intervenir tanto”, añadió.

Pero al mismo tiempo esta acción debe notarse a cierta distancia. “Con esto te digo, por ejemplo, si haz visto alguna obra restaurada, si la ves a cierta distancia, un metro o metro y medio debe notarse lo que el restaurador hizo, pero sin que estorbe, que se vea la obra completa”.

En el caso de las obra pictóricas, no se debe imitar la pincelada del autor.

Comentó que no se debe imitar la pincelada del autor, en el caso de obras pictóricas, para que quede clara la diferencia entre el trabajo original y el realizado por el restaurador o conservador y que siempre deben usarse materiales reversibles, para que, si llegara a ser necesario, en el futuro se pueda volver al estado original de la pieza, previo a la intervención.

“Cada vez que llega una obra a mis manos normalmente trato de hacer un diagnóstico donde tengo que ver a la pieza como un todo. Quién lo hizo, en qué época, sus características, su función, la técnica y luego un análisis del estado de deterioro en que se encuentra”, explicó, “además, siempre se toman fotografías documentando cómo va el proceso y exactamente qué estás usando en cada momento, un registro que sea parte de la historia”.

De acuerdo con las fotos que se han encontrado en internet de esta escultura, la restauradora aseguró que lo único que necesitaba era una limpieza y, al tratarse de una obra de madera, un trabajo de fumigación muy probablemente.

“Pero incluso una limpieza debe ser respetuosa porque se debe llegar hasta cierto punto”, expresó, “yo pienso que con eso hubiera sido suficiente y tal vez reintegrar los pedazos faltantes y el color. Un rescate de lo que la obra es en sí sin que alguien le meta tanta mano”.

Algunos de los medios que hablaron sobre este acontecimiento calificaron el estado de la pieza como “irrecuperable”; sin embargo, con lo que fue capaz de observar en las imágenes, Malena comentó que el daño no llegó a tanto.

“Por lo que veo probablemente usó acrílicos, y aunque esas pinturas son complicadas de quitar, sí se pueden quitar”, explicó, “ojalá la persona que hizo esto haya hecho un registro, fotos, que pueda darles una idea de qué tanto quitó. Si sólo se trata de un repinte eso sí se puede quitar. Costará trabajo, si, pero se puede”.

Reiteró que hay personas especialistas para cada rubro y que siempre lo más recomendable es acudir a los expertos, en especial si se trata de un patrimonio cultural de importancia para la comunidad, pues aunque casos como el del Ecce Homo y este San Jorge sean conocidos por todo el mundo, es mucho más habitual este tipo de errores de lo que uno creería, en especial —comentó— en el patrimonio familiar.