Interpretar, analizar y favorecer el conocimiento

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Interpretar, analizar y favorecer el conocimiento

Cuando a un joven se le hubo de hacer la prueba de COVID-19, en virtud de haber estado en contacto ocasional con una persona enferma, y obtener los resultados que acreditaban que no había contraído la enfermedad, me compartió emocionado: “Aunque la prueba fue muy molesta y sentía que no terminaba de hacerla la enfermera, al recibir los resultados negativos me sentí muy feliz de poder abrazar a mi abuelita”.

Haberse resguardado por muchos meses le afectó a este joven como a tantos millones. Estudios en casa y la falta de relación con amigos y compañeros. Han sido meses y meses para todos en los que se sufrieron pérdidas dolorosas y se sometieron a un estrés que no conocían y en muchas ocasiones sin orientaciones para poder sacar adelante el ánimo que se necesitaba.

Una amiga querida señalaba también que una de las terribles experiencias era precisamente esa imposibilidad de poder abrazar a sus seres queridos, familiares y amigos.

Fueron muchos jóvenes los que ayudaron a registrar para la vacuna a sus adultos, a sus padres, a sus abuelos, a sus tíos. Esta es una esperanza que tenemos frente a nuestros ojos. Capitalizarla al regreso a la actividad normal será una muestra de la madurez que haya alcanzado la sociedad en su conjunto.

Este regreso es indispensable cuidar, desde todas las instituciones, las educativas en muy importante medida. Prepararse para un regreso que no sea precipitado, que cuente con los elementos suficientes y las herramientas indispensables para poder organizar a los grupos en la convivencia.

Pero atender también la experiencia ganada por estos jóvenes. Atender lo que ellos pueden aportar, que no es poco. Vendrán de hogares en los que por desgracia habrían habido dolorosos fallecimientos; del cuidado a personas enfermas; de necesidades económicas, apremiantes, derivadas de la caída de empleos; de una forma distinta de enfrentar el conocimiento y de acceder a él.

Lo que se ha vivido en sus hogares debe ser abordado con delicadeza; aprovechado en cuanto sea posible de emplear: conocimientos adquiridos a fuerza de una experiencia que no se da en las aulas, pero reforzados con lo que las aulas sí pueden ofrecer.

Hay líneas tan sutiles en todos los ámbitos de la enseñanza que el educador debe bordar con hilo fino para no herir susceptibilidades, pero sí tratando de reforzar la fuerza y la importancia de cada conocimiento que lleva a la inteligencia y la adquisición de un completo panorama general.

Una vez extendida la posibilidad, gracias a la mayor aplicación de vacunas, del regreso a clases, la prueba de fuego la darán en cada escuela y con el maestro frente a grupo. El liderazgo de cada maestro se verá dimensionado en esta nueva etapa de su vida profesional.

Si ya era importante catalizar la importancia de unos y otros protagonistas, maestros y estudiantes, en el proceso completo, que ambos sean atendidos y escuchados, hoy resulta indispensable que los maestros vean en este nuevo contexto que ha dado la pandemia a la aportación de los alumnos como un elemento poderoso en su día a día.

El maestro tiene ante sí el reto de seguir transmitiendo a sus estudiantes el entusiasmo y la pasión por el conocimiento. Y hoy, en una relación inaugural luego de la pandemia, establecer una conexión donde la experiencia vivida de cada joven sea muy considerada, muy tomada en cuenta.

Vivieron cosas que no deben ser pasadas por alto. Y un verdadero educador debe saber interpretar, analizar y favorecer el conocimiento con base en esta nueva realidad que se presenta ante nuestros ojos, como un interesante y apasionante reto.