Interpretación de la realidad

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Interpretación de la realidad

¿Por qué algunos mexicanos rechazan todo lo que dice y hace el presidente López Obrador? ¿Y por qué otros lo apoyan y defienden?

Las razones son muy variadas. Hay quienes preferirían volver a la época del priismo y panismo, con el saqueo, la corrupción, las privatizaciones y la violencia; con un Estado cooptado por el poder del crimen organizado, una sociedad que desconfiaba de los políticos y los partidos, y una economía en crisis en donde imperaba la desigualdad y la discriminación; con los indígenas y el sureste olvidados, las mujeres menospreciadas y la libertad de expresión coartada. Por otro lado están los que se cansaron de las políticas del viejo régimen y quieren que el País transite a nuevos estadios de bienestar, que se rompan paradigmas y se vea una forma diferente de gobernar, que se reduzca la pobreza, la impunidad y la violencia. Y le apuestan a cambiar del miedo a la esperanza.

Es mucha la información que surge diariamente sobre la inmensa red de corrupción orquestada por los cinco presidentes anteriores que llegaron al poder con falta de legitimidad y con ingobernabilidad social, otorgando contratos a empresas y amigos que se repartían el dinero de todos los mexicanos provocando una corrupción exacerbada que conduce a la deshumanización. Por años se condonaron impuestos a grandes empresas por más de 400 mil millones de pesos en los sexenios de los expresidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, aunque el tricolor se abstuvo en la votación de la Cámara de Diputados.

Otro tema –que difícilmente hubiéramos podido imaginar hace algunos años– es la Alianza PRI-PAN-PRD, que se creó con el único objetivo de hacer un frente electoral y quitarle mayoría a Morena en la Cámara de Diputados. Esto ¡es una aberración! El Partido Revolucionario Institucional (PRI) está cada día más desdibujado; el Partido Acción Nacional (PAN) mantiene su conservadurismo a ultranza, que no modifica en lo más mínimo; y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), totalmente corrompido, ha perdido su identidad de izquierda.

Esos partidos le fallaron a México y ahora se unen para acabar con la legitimidad que le dio el voto ciudadano a López Obrador. Lo que deberían hacer como oposición es desarrollar nuevas propuestas con base en la ideología de cada uno y buscar nuevos electores con el propósito de recuperar el poder, buscando la mejoría de todos los ciudadanos de manera honesta, porque una oposición leal es legítima, constructiva y responsable.

Las democracias sanas reconocen que un país se beneficia cuando el gobierno refleja una diversidad de voces y brinda espacio para el desacuerdo. La oposición dentro de una democracia tiene entre sus funciones la de limitar al gobierno en turno; pero no solo eso, también debe promover el pluralismo y la convivencia en los desacuerdos para mantener el equilibrio entre las intenciones de la autoridad y el apego a la legalidad. Sólo así se puede lograr el fin último de los servidores públicos: la búsqueda del mayor bienestar para la población.

Sin embargo, ahora estamos viendo que la oposición se lanza con campañas de odio en contra del Presidente. Que él ha cometido errores es una realidad, pero solamente quien no hace nada no los comete. El que diga lo contrario ¡miente!

Es difícil persuadir a alguien que cambie de opinión y que desconfíe de aquellos en quienes siempre confió: no es una cuestión de lógica, sino de fe, de pertenencia, de identidad. Se entiende así que muchos seguidores de Peña Nieto o de Calderón prefieran sus convicciones a la realidad; no creen en la prensa que publica noticias sobre la corrupción, ni creen en las instituciones que investigan ni en los tribunales que dictan sentencias, porque son fuentes que contradicen lo que han creído.

¿Y por qué no se informan para tener mejores argumentos? Escuchar las mañaneras es una importante fuente de información –aunque sean tediosas y extensas–. Es la primera vez que los mexicanos estamos enterados, día con día, de las decisiones que se toman a nivel nacional. Es la primera vez que los mexicanos podremos decidir, a mitad del sexenio, si queremos que continúe gobernándonos el Presidente en turno; es la primera vez que vemos que varios funcionarios y exfuncionarios son encarcelados por actos de corrupción. Y varios están señalados como presuntos culpables. Contra lo que muchos predecían, la inflación y el precio del dólar se han controlado.

Es importante aceptar que en la política, como en la vida, el juego no es entre dos. No es nosotros contra ellos, sino que se trata de que, para tener éxito en grupo o de manera individual, se tienen que tomar en cuenta las decisiones aprobadas por el resto de los que intervienen. En última instancia, la política es interpretación (hermenéutica) de los hechos, de las instituciones políticas y las acciones de las personas, es decir, son juicios de valor políticos; quien interpreta la realidad de mejor manera triunfa en política. Es saludable aceptar el cambio, en lugar de volver siempre a lo anterior, a sabiendas de que fue desastroso. Para entender lo que pasa es imprescindible un análisis concienzudo de la realidad actual y participar como ciudadanos en los espacios en los que consideremos que podemos incidir. Después de esto, podremos emitir juicios de opinión con fundamentos.