Internet y la venta de productos políticos

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Internet y la venta de productos políticos

Estuve en días pasados 48 horas en El Salvador. La verdad es que no puedo decir que conocí la ciudad, pero sí el corazón de América Central. Nos reunimos un grupo de personas de todos los países de Centroamérica y México, invitados por la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y otras instituciones para hablar sobre las amenazas a la democracia centroamericana.

Tuve la fortuna no sólo de conocer personas extraordinarias, sino también me gustó la alta participación de tantas mujeres inteligentes y capaces. Quizás, faltó algo de calor de más juventud. Además, este espacio nos sirvió para reflexionar varios temas. En mi mente quedaron dos y creo deben llegar lo antes posible a nuestro México.

Uno de ellos es comenzar a ver qué vamos a hacer desde el Legislativo para proteger el uso de datos personales en el sentido más amplio de lo que un usuario introduce al participar en las redes sociales: ¿tiene derecho la compañía de utilizar mis datos para luego “venderme” productos, pero sobre todo ideas y productos políticos? Considero que no. No obstante, esto debe entrar en una discusión social amplia para no generar al final del día una injerencia extraña en la vida pública de un país a través de la manipulación sofisticada de datos, como sucedió en Estados Unidos en las elecciones de 2016.

También, relacionado con lo anterior, está el tema de las fake news en los procesos electorales. Para este tema es de vital importancia instruir a los jóvenes desde temprana edad (secundaria) diría yo, para que estos puedan captar y detectar las noticias falsas y frenar su reproducción y viralización. Aquí, este trabajo debe ir de la mano del desarrollo de la ética profesional y la comprensión de las repercusiones del efecto adversos de las notas falsas para un país y, en general, cualquier comunidad.

Estoy segura de que el inicio del nuevo año nos llevará a debatir estos temas para que no sólo se vuelvan agenda de conversaciones privadas, sino para que puedan ir a un feliz término en el actuar cotidiano.