Instrucciones para las yemas de tus dedos
Usted está aquí
Instrucciones para las yemas de tus dedos
Aguarda. Para tocar a otro, es precisa la espera, la contención; como la manada aguarda el tiempo exacto para luego, morder su alimento, así las yemas de tus dedos guardarse deben. Y si es preciso, con entrelazados dedos fuerza su contención. Incluso, lícito es morder las yemas que pulsan, para aplacar la ansiedad, su intención.
Este tiempo ganado da espacio a los ojos, saetas afiladas en donde un jardín de ondulantes sensaciones se abren al tiempo de mirar. Allí es Donde el tacto ocurre. El don del tacto a través de la contemplación. ¿Dónde más el tacto? Acaso esté también en la vibraciones de la piel que sueña que toca, mientras el ojo mira?
Donde el tacto de Fernando Carrera, es el poemario que recibió el Premio Salvador Gallardo Dávalos en 2010 y que en 2015 se reedita bajo un sello de alto prestigio en las letras mexicanas: Mantis Editores, fuente alimentada por el poeta y editor Luis Armenta Malpica. En esta oportunidad Armenta acoge los poemas de Carrera e incluye la versión al francés que realizó Francoise Roy, en una edición conjunta con Ècrits des Forges y el gobierno de Jalisco.
La poesía de Fernando Carrera no tiene prisa, se abre a la luz de las publicaciones luego de lustrarse arduamente. Frente a la inmediatez de ríos de publicaciones, Fernando coloca el pulimiento del verso. Frente a los ríos de libros, solo dos libros: Expresión de fuego (Mantis Editores Sec-Cultura, 2007) y Donde el tacto, libro que ahora renace en matrimonio con otro idioma. Aquí un fragmento de su poesía: “te encontré y tenías la mirada de quien sueña una isla”.
Fernando es un poeta de sensualidad lúcida. Toda experiencia es sometida luego al filtro del intelecto: “Sumerjo el rostro entre las sábanas, se forman nuevas ondas en la marea. Luego tu peso, el olor que me provoca dientes y manos (no aletas) que nadan. Empujo a pesar del entumecimiento, el tiempo se acalambra al tambor de nuestro espasmo. Un topo cava en mi memoria / en la oscuridad del cuarto el olor es una antorcha”.
Los viajes son fragmentos importantes que luego materializa en versos. En esta intención, Fernando el año pasado, quería conocer parte de la sierra al que regularmente acudo y es tema de mis escritos. Nos hicimos a la carretera y llegamos a donde el agua del cielo que vuela, besa largos oyameles. Y la intención era subir. Así que ascendimos y de tramo en tramo bebimos tragos de uva fermentada. Se sumaron truenos, relámpagos y nubes.
Esferas heladas del cielo cayeron como suaves balas, comí con placer este granizo y lo convidé. Aceptó. Al día siguiente entre el olor de bosque y sus resinas, habitábamos la tarde desde una montaña de palabras. Me compartió los versos de un poemario inédito. Fernando no olvida un segundo el trabajo poético.
Estoy segura de que Donde el tacto, y su edición con la versión al francés, lo llevarán a nuevas experiencias que serán registradas en versos pulidos, hasta que nazca otro poemario sin prisa, germinando como “bendición lejana”, que algún día, llega.