Inseguros, amenazados

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Inseguros, amenazados

¿Será que la sombra de la inseguridad y sus amenazas cubren a Coahuila?

Están, por supuesto, las denuncias y aclaraciones (algunos pensarían excedidas en sus expresiones) contra plumas de este medio. ¿Qué tanto influyen en la libertad de expresión? Cierto es que esta libertad debe ejercerse con responsabilidad y, en lo judicial al menos, ya serán los tribunales quienes decidan si hubo excesos o se faltó a la verdad.

 La libertad de expresión como la joya de la corona de las garantías. 

Pero no me refiero a eso. 

En una entrevista difundida en redes sociales, algún alcalde del norte del Estado refería el dicho de un homólogo suyo que despacha en la región sureste. Que se siente inseguro el de Saltillo, dijo. Acto seguido, el entrevistado aprovechó para hacer gala de valentía y sus pantalones. Y un largo  etcétera, como quien anda en campaña. 

Más o menos al mismo tiempo, el Secretario de Gobierno de la Entidad diría que contra alcaldes  no hay registro de amenazas de parte del crimen organizado. Pero en contra suya y del (todavía) Gobernador, sí (VANGUARDIA, agosto 11, 2016). 

La seguridad de las autoridades no es asunto menor. Son personas ordinarias en posiciones extraordinarias. Sus decisiones afectan a la colectividad, por eso están en escudriño permanente. Suponiendo que todas las amenazas sean registradas, es de celebrarse que, al día de hoy y en materia de alcaldes, esté la lista en blanco. 

La otra parte es la que debiera preocupar. 

Aun cuando sea parte del trabajo, las anunciadas amenazas en contra del titular del Ejecutivo y el Secretario de Gobierno deben tenerse muy en cuenta. 

Haciendo a un lado las preguntas de quienes quisieran desconfiar del dicho, ¿desde cuándo existen esas amenazas? ¿Se han investigado? ¿Hay alguna amenaza finalizada con la localización de alguien? 

Porque estamos en lo del crimen organizado en su modalidad de narcotráfico, por ser esto lo abordado por el actual Gobierno. Habrá que recordar lo de la célula especializada en el secuestro de un pariente del Gobernador (VANGUARDIA, mayo 5, 2016), situación también lamentable y que a nadie se le desea. Pero, insisto, por tratarse del que se ha abordado desde el gobierno, entiendo hablamos del narco.

El asunto está en que de existir las multicitadas amenazas, el crimen no se ha ido. 

Estaría tan fuerte como para enviarle mensajes al Gobierno…Hacerlo impunemente. Y, de ser así, ¿cómo explicar las tan anunciadas cifras a la baja en inseguridad? La paz no es sinónimo de ausencia de balas, lo dicho… ahora lo confirma el Secretario de Gobierno. 

Otra pregunta está en el largo de la propia lista. ¿Sólo hay amenazas contra el Gobernador y el Secretario de Gobierno? Inevitable pensar en si la sombra de las amenazas descansa, también y sólo como ejemplo, en quien despacha como Procurador. ¿O qué sucede con los jueces y magistrados? ¿Sus cercanos? ¿Estarán en la mira o por qué no? ¿También tienen escoltas?

Y ya que pensamos en escoltas… ¿se pensarán mantener para cuando los que están ahora ya no tengan el puesto? ¿Cuál será el costo para las arcas públicas… para cuántas personas, para sus familiares? 

Bueno fuera que el asunto terminara, como diría el Alcalde entrevistado en el norte, con ser muy hombres y llevar los pantalones bien puestos. Este asunto no es así. Se requiere de estrategia, comunicación, recursos y mucha seriedad. 

Más allá del móvil electoral que puede dársele a lo de la inseguridad, situación aquí ya señalada, sin duda la tranquilidad es de lo más preciado.

@victorspena