Innovación como fenómeno biológico
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Innovación como fenómeno biológico
El pasado 11 de noviembre se presentó en el Ateneo Español de México el libro "El arte de innovar" de Javier Echeverría. En éste, el filósofo español replantea el concepto, el modo y el marco desde donde hemos de estudiar el fenómeno de la innovación en aras de una mayor comprensión del mismo, ofreciéndonos una concepción plural, amplia, flexible e innovadora con el objetivo principal de tirar por tierra la teoría de que las innovaciones sólo se dan en empresas e industrias dedicadas al desarrollo tecnológico y a la generación de bienes y productos.
Para Echeverría, las innovaciones son "procesos interactivos que generan algo nuevo, transformador y valioso en sistemas y entornos determinados". Con respecto a la innovación en biología —cómo surgen nuevos procesos, estructuras o comportamientos cualitativamente diferentes a los originales— se ha mantenido una discusión vigente desde los inicios del evolucionismo.
Innovación en Biología se refiere a cualquier carácter heredable, estructural o de otro tipo, que difiere cualitativamente del carácter que le dio origen, es decir: cualquier estructura o propiedad que permita asumir una nueva función, lo que a su vez conduce a una nueva zona adaptativa. Los ejemplos más comunes de innovaciones son el esqueleto óseo de los vertebrados, la mandíbula de los gnatostomados (peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos), el vuelo de las aves, las plumas, los dientes de continuo crecimiento de los roedores, el cerebro de mayor tamaño de los homínidos, las alas de los insectos, y el sistema de polinización mediante insectos de las plantas con flores.
Resalta de esta definición que las innovaciones son diferentes de las variaciones normales que se dan entre los individuos de una especie, por lo que no es fácil explicarlas mediante los mecanismos convencionales. Se ha dicho, por ejemplo, que es difícil colocar a la selección natural como la causa de la innovación, ya que ésta sólo puede actuar sobre lo que ya existe, sin embargo, se olvida que la selección natural tiene también una capacidad creadora en la medida en la que ayuda a encausar los cambios y generar una mayor adaptación de los organismos a su ambiente. Hasta ahora, se han propuesto cuatro formas principales que pueden dar origen a las novedades evolutivas: 1) por mutaciones poco frecuentes que causan un cambio radical; 2) por efectos estructurales que surgen a partir de la acumulación de mutaciones; 3) como subproductos causados por la acción de la selección sobre otras propiedades de los organismos; y 4) por la unión simbiótica de dos sistemas genéticos previamente independientes.
Cualquiera que sea su origen, sabemos que las novedades evolutivas existen en la naturaleza y queda claro que en un sentido estrictamente científico, al estar relacionada con la adaptación, la innovación evolutiva tiene siempre una connotación positiva, es decir que ayuda a la supervivencia y la reproducción del individuo, pues la innovación en Biología no es sólo un nuevo proceso, estructura o comportamiento, sino más bien un cambio favorable, no neutro ni negativo. Y en esto difiere de la innovación en otros ámbitos, como en el campo de la ciencia misma, donde "nuevo" o "novedoso" como sinónimo de "innovación" no siempre es mejor, o es favorable para unos y desfavorable para otros.
Pensar la innovación como un fenómeno natural abona a la discusión filosófica, sobre todo si consideramos, como Javier Echeverría, que innovar, en un amplio sentido, significa crear nuevos valores, ya que para construir un nuevo paradigma que encauce y dirija los desarrollos tecno-científicos desde una perspectiva ética es fundamental incorporar una perspectiva biológica que nos permita entender los cuerpos humanos y no humanos como insertos en un proceso evolutivo que continúa vigente. De manera que en un contexto biotecnológico como el que enfrentamos, es necesario asumir que cualquier intervención para modificarlo o "mejorar" el cuerpo afecta el futuro evolutivo de la especie.