Inicio de 2021 y las esperanzas de cambio

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Inicio de 2021 y las esperanzas de cambio

Arranca el 2021, hoy inicia el año de la esperanza de que todo lo vivido el año anterior quede rápidamente en el olvido. Hoy más que números, se plantearán en esta columna las esperanzas fincadas en que a partir de hoy, la realidad nacional cambie para bien y se alcancen objetivos de bienestar, para cada ciudadano y para el país.

La primera esperanza es que las vacunas realmente funcionen. Hasta ahora, la evidencia sugiere que sí son efectivas, pero no en todas las personas. No se sabe si se debe a la compleja cadena logística que se requiere, a mal manejo o simplemente a condiciones humanas no tomadas en cuenta en las primeras pruebas. Sin embargo, todo parece indicar que sí habrá éxito con ellas y pronto se podrá volver a una situación muy cercana a lo que se tenía en marzo del 2020.

La segunda esperanza es que el crecimiento económico venga de la mano de la efectividad de las vacunas y que los mercados a nivel mundial se recuperen rápidamente, sobre todo los mercados laborales y de bienes y servicios. El debate sobre cuándo iniciará este proceso sigue en pie. El presidente de México ha dicho que este mismo año se tendrán los empleados perdidos por la pandemia. No es posible, y no hay que caer en demagogias, se perdieron en términos netos 400 mil empresas, otras están en cese de operaciones; el mercado laboral se redujo en 3 millones de personas, en el mejor de los casos, México tendría que generar 200 mil empleos mensuales para recuperarlos este año, imposible porque este año el mayor número de plazas generadas en un mes fue de aproximadamente 120 mil. Por cierto, no olvidar que el presidente prometió generar dos millones de empleos al inicio del año 2020 ¿dónde están ahora que se requieren?

Una tercera esperanza es que haya acuerdos políticos entre empresarios y gobierno. La salida de Alfonso Romo deja claro que ya no habrá alguien dentro del gabinete presidencial que pueda funcionar de enlace entre la iniciativa privada y el gobierno. Bajo estas condiciones, se ve un panorama más complicado para que exista por ejemplo, una política industrial encaminada a impulsar la actividad empresarial y acelerar el crecimiento económico. Mientras que el gobierno ha dicho que el PIB crecerá a una tasa de 4.6%, ningún analista le da al país una tasa mayor al 3.6%. A lo anterior hay que sumar que ya hay voces que hablan sobre una necesidad de hacer un recorte presupuestal a partir del inicio del segundo semestre. Con ello, las expectativas serían menores al 2% del PIB.

El gobierno federal también tiene esperanzas y muchas, como por ejemplo retener la mayoría en la cámara de diputados, hecho clave para mantener los proyectos actuales y de largo plazo de la 4T. También tiene esperanzas de que alguna vez las proyecciones del subsecretario de salud, sean acertadas. Su último error fue garrafal al decir que se pondrían 8 mil vacunas diarias a la población. 

Bajo esos números, se terminaría de vacunar a todos más allá del 2060. Lo peor no fue el error numérico si no la defensa de ese error a ultranza. Habrá esperanza de que el gran epidemiólogo pueda realmente hacer números correctos algún día durante el 2021. En este rubro también hay esperanza de que la epidemia no dispare las necesidades de espacios hospitalarios para que el gobierno federal no enfrente mayores críticas justo antes de las elecciones.

Hoy se inicia ese ciclo de esperar que por inscribirse al gimnasio se baje de peso, que por comprar un libro se aprenda, que por tener un gobierno que dice que todo está cambiando, México sea diferente. Hasta hoy, ni transformación ni esperanza para muchos que se han quedado sin trabajo y sin negocio. 

Como dice el refrán “la esperanza es lo último que muere”. Hoy no habrá otros datos que roben la felicidad.

 

Antonio Serrano Camarena
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