Inhalar y exhalar

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Inhalar y exhalar

Hoy he pensado mucho sobre la positivología y sobre la realidad.  Hasta escuché un rato a Odín Dupeyrón y su video viral sobre el exceso de pensamiento mágico pendejo.  Él, al igual que yo, piensa que no todo se puede en esta vida y que la exigencia de ser felices en medio de todo lo que compone la realidad es una demanda poco realista y excesiva.  La vida conlleva dolor como ingrediente siempre presente, aunque ciertamente el sufrimiento es, como solemos decir, una condición voluntaria.  

Dicen, los que saben y gustan de contar, que el sufrimiento entra cuando evitamos sentir el dolor.  Posponer sentir lo que sentimos es prolongar el proceso de, no sé, tal vez sanación.  Si me caigo, me lesiono, y me tienen que coser una herida, la herida sanará.  Me quedará una cicatriz, una huella permanente de lo que ha pasado.  Los eventos de la vida nos dejan secuelas.  Estamos constantemente cambiando, variando, jamás siendo las mismas personas que éramos hace un día, un mes, un año, o una década.  

Evitar o negar lo que sentimos y lo que nos pasa mantiene las heridas abiertas de manera permanente.  Nos lleva a un ciclo vicioso de volver, vez tras vez, a la misma situación y al mismo sentir, sin opción de vivir la experiencia completa, que incluye procesar todo lo que significa desde nuestra estructura de carácter y la opción de darnos cuenta de nuestra relación con la experiencia, el apego que tenemos al evento y sus efectos.  Entonces inhalemos y exhalemos.  No sé Uds. pero yo tengo cosas que procesar.