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Ingreso básico, alternativa para bajar pobreza, plantea la Cepal
Ciudad de México. En un momento en que las instituciones que proveen la seguridad social “han sido desplazadas”, la idea de un salario básico incondicional es “más que oportuno y necesario” porque además representa un “elemento emancipador” de los individuos, aseguró Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La idea de un salario básico universal y no condicionado debe ser analizada desde la perspectiva de los países latinoamericanos, donde las redes de protección social no son comparables con las existentes en naciones avanzadas, dijo.
“Debemos analizarlo desde nuestra perspectiva. También es cierto que en las últimas décadas ha habido un desplazamiento de las instituciones de seguridad social, desde las familias a los sindicatos”, apuntó Bárcena en la presentación del libro Ingreso básico: una propuesta radical para una sociedad libre y una economía sana, obra de Philippe Van Parijs y Yannick Vanderborght, publicado por Grano de Sal.
El libro, dijo Bárcena, deja la “enorme propuesta” de que en un contexto crecientemente incierto de inseguridad económica y de fragilidad social y ambiental “hay un atractivo grande en la idea de un ingreso garantizado, independiente del grado de desarrollo económico y social de los países. No es una propuesta para ricos o pobres”.
El mayor potencial de un ingreso básico debe ser orientado a los jóvenes, planteó. “Que las pensiones universales continúen, que las transferencias condicionadas (como los programas sociales mexicanos Progresa y Oportunidades) continúen. Pero en una etapa crucial como lo es la juventud contar con un ingreso básico incondicional y universal representa un piso mínimo que puede permitir a un joven seguir estudios y no salir corriendo a buscar un trabajo” y desplegar con mayor intensidad su potencial creativo.
Philippe Van Parijs, uno de los autores de la obra, dijo durante la presentación que la del ingreso básico “es una idea semilla” que debe sembrarse en el mayor número de países posible.
Definió el ingreso básico como un mecanismo adicional a otros mecanismos de protección que ya existen, la propiedad seguridad social (en la que participan el Estado, trabajadores y empleadores) y la asistencia social, sostuvo Van Parijs, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas, Sociales y Políticas de la Universidad Católica de Lovaina y presidente de la Red Global de Renta Básica.
El ingreso básico fue definido como una cantidad que el Estado entrega a toda persona, sin importar su condición económica, edad y que no distingue entre quien se encuentra empleado o desempleado.
“Este modelo no reemplaza a la seguridad social ni a la asistencia social, es simplemente un piso que no está condicionado”, añadió. Sostuvo que una forma de financiarlo ese cobrar impuesto al ingreso a todas las personas que laboran. En el caso de México, planteó, incluso a quienes ingresan menos de tres salarios mínimos, que hoy están exentos del pago del Impuesto sobre la Renta.
Julio Boltvinik, académico de El Colegio de México, expuso que el concepto de ingreso básico debe entenderse como “un ingreso ciudadano universal”, pero que debe ser suficiente para que una persona lleve una vida en la que pueda adquirir los satisfactorios básicos, “que permita la dignidad humana”, porque de otra manera se “trata de una limosna y un limosnero no tiene libertades”.
Un ingreso ciudadano universal tendría, en un país como México, un “enorme efecto” en reducción de la desigualdad y la eliminación de la pobreza.
“En México, 20 años de programas de transferencias condicionadas para la reducción de la pobreza no han reducido siquiera en un punto porcentual la pobreza”, sostuvo.
En la misma presentación, Araceli Damián, experta en temas de pobreza y diputada federal por Morena, aseguró que un programa de ingreso ciudadano universal no debe concebirse con base en propuestas que, en un sentido similar, han hecho organismos como el Fondo Monetario Internacional, que han planteado una renta equivalente de 10 a 25 por ciento del ingreso medio del país lo que en México significaría “estar por debajo de la línea de pobreza”.