Ineficiencia en mayúsculas

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Ineficiencia en mayúsculas

Un tema recurrente en esta columna ha sido el de la inseguridad pública, con múltiples abordajes por las muchas aristas que tiene. Hoy el tema es también de inseguridad, pero social, que es igualmente importante, y en el cual andamos de mal en peor.

Más clara y contundente no podía ser el titular de la nota principal de la sección Mi Ciudad de VANGUARDIA, el pasado martes: Prohibido enfermarse; no hay citas en el IMSS. Más claro ni el agua, hay que esperar a la renovación del calendario para poder conseguir una consulta con endocrinólogos (atienden la diabetes), cardiólogos (poner ante todo  corazón de piedra, pero que no se detenga), dermatólogos (al cabo el sol ya no es tan fuerte), y psiquiatras (la depresión puede aguantar hasta enero).

Desde hace muchos años el servicio que presta el Seguro Social en nuestra ciudad, y en todo Coahuila, queda mucho a deber a los patrones y empleados que con sus cuotas cubren gran parte de sus costos de operación. Cada vez más quejas. Cada vez más frustración ante las fallas, las carencias, los continuos malos tratos a los enfermos y accidentados. 

La gran reforma pendiente es la de Salud. En el segundo año de la presente administración federal se llegó a mencionar que la única reforma que no se había anunciado en ese momento, pero que estaba en cocimiento era la referente a la consolidación de un sistema único de salud, en el cual habrían de fusionarse en IMSS, el ISSSTE, y todos los semas servicios de salud que diversos organismos públicos prestan a sus trabajadores, empleados y funcionarios. 

La de mala se nos vino (Ayotzinapa, Tlatlaya, caída del petróleo, aumento del dólar) y no se ha vuelto a saber nada de esa necesidad tan imperiosa, como lo es la depuración y consolidación de los servicios de salud (de las pensiones mejor no hablemos, requeriríamos de muchas columnas) para poder sacarlos del bajísimo nivel de eficiencia y calidad en que se encuentran. 

Va a ser muy difícil que en tanto no mejore sustancialmente el escenario económico para el país, se retome el proyecto de la megafusión que implicaría crear un solo sistema para atender las necesidades de salud de la clase trabajadora, mientras tanto hay que tratar de resistir con la precariedad que padecen tanto el IMSS, el ISSSTE, el Seguro Popular y todos los demás servicios médicos.

Aquí es donde tenemos que ver las capacidades ejecutivas, gerenciales, administrativas, y de liderazgo de las propias autoridades nacionales de los organismos multicitados para enfrentar una creciente demanda con una mínima capacidad de inversión, y niveles cada vez más deficitarios de recursos frente a las demandas de sustitución y renovación de equipos, adquisición de medicamentos, y contratación de médicos y enfermeras. 

El panorama solo en Coahuila nos habla de un desastre al bordo del colapso, ya que faltan por lo menos 150 médicos especialistas para hacer frente a la demanda ya existente. Imposible resolver esto de un solo golpe, pero más difícil el futuro ante una demanda que crece permanentemente. 

Mientras que no se resuelva de manera estructural y definitiva el tema de los recursos humanos, de equipo, de medicamentos e infraestructura, vamos a seguir padeciendo de un servicio deficiente y de muy mal trato, ya que con las limitaciones y carencias que padecen, es muy difícil que los médicos y enfermeras tengan una mejor actitud frente a los pacientes. Es la verdad.

Cada vez hay más farmacias especializadas alrededor de las clínicas-hospitales porque captan la demanda directa que surge cuando al interior del IMSS o del ISSSTE los familiares reciben la notificación de que no se dispone de los medicamentos o materiales que se requieren, por lo que hay comprarlos y llevarlos ahí, si quieren que sus pacientes puedan ser bien atendidos y medicados.

Si Cantinflas viviera, seguramente filmaría una versión nueva  - un remake – del doctorcito para exponer la situación que padece el Seguro Social, y el profundo malestar que origina entre sus derechohabientes.

No es justo que muchos trabajadores que por su nivel de ingreso, que no les permite acceder a otro nivel de servicio, en el medio privado, tengan que ofrecer a sus familias una opción tan pobre en materia de salud como la que actualmente ofrece el IMSS. Ni que decir de los adultos mayores que laboraron la mayor parte de su vida, para llegar a la edad senil, y tener que pasar largas horas en espera de la atención médica que por su edad y condición tanto requieren. Esta inseguridad también hay que enfrentarla.