Índice de Desempeño Ambiental 2018

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Índice de Desempeño Ambiental 2018

Justo esta semana, con motivo de la celebración de la Cumbre de Davos, Suiza, la Universidad de Yale ha publicado su Índice de Desempeño Ambiental 2018 –el cual publica desde algunos años cada dos años– a través del cual se compara cómo es que ambientalmente se están comportando 180 países con respecto a 24 indicadores en el mundo, resaltando retos y oportunidades para poder enfrentar cada vez mejor los desafíos en materia de sustentabilidad, entre los que se incluyen a la salud ambiental y a los ecosistemas.

Dicho reporte establece que para cumplir las metas ambiciosas del Desarrollo Sustentable de la ONU del 2015 y, al mismo tiempo, los compromisos derivados del Acuerdo de París sobre cambio climático, los países deben de integrar métricas de desempeño ambiental. Una aproximación empírica respecto a la protección ambiental permitiría resolver este tipo de problemas más fácilmente.

Igualmente, dicha aproximación permitiría reconocer éxitos y fracasos en la política pública ambiental, identificar mejores prácticas a implementar y al mismo tiempo optimizar las ganancias de los que invierten en un manejo ambientalmente responsable. Los temas que se toman en cuenta en esta evaluación están relacionados con el agua potable, calidad del aire, biodiversidad, bosques, pesca, clima y energía, contaminación atmosférica, tratamiento de aguas residuales, agricultura y metales pesados.

¿Qué tanto hemos avanzado como país desde que se hacen estas evaluaciones? México quedó evaluado en el lugar 72 de 180, estando en el octavo lugar de América Latina por debajo de Costa Rica, lugar 30; de Colombia, 42; Uruguay, 47; Venezuela, 51; Cuba, 55; Panamá, 56; Perú, 64; Brasil, 69. Lo anterior quiere decir que en la región ocupamos el octavo lugar en el índice. Los resultados específicos para México son de avance en muchos casos y retrocesos en otros.

En lo relativo a contaminación atmosférica, pasamos del lugar 86 al 75 (en particular, en lo relativo a la intensidad de emisiones de SO2 pasamos del lugar 57 al 34, pero en la intensidad de emisiones de NOX descendimos del lugar 130 al 138); en hábitats y biodiversidad pasamos del 98 al 94; en clima y energía, del 161 al 107; en pesquerías descendimos del 79 al 110; en bosques pasamos del 92 al 76; y en calidad del aire pasamos del 94 al 75, lo cual no quiere decir que, aunque hemos mejorado como país en muchos rubros, necesariamente estamos bien en función de que aún estamos muy, pero muy lejos de los primeros lugares. Se reconoce que México creó en 2017 cuatro áreas marinas protegidas, haciendo especial énfasis a la más reciente que es el área marina protegida de Revillagigedo.

El índice sugiere que las tendencias en las últimas décadas, en cuanto a la calidad ambiental, en general están mejorando. No obstante esta señal, igualmente hay retos y oportunidades para los estados, entre los que destacan los siguientes:

Es necesario hacer aún más para proteger a la salud pública, siendo la mala calidad el aire la amenaza principal. Habrán de redoblarse esfuerzos para implementar acciones que aseguren que la gente tenga acceso adecuado a los servicios relacionados con el agua limpia/potable y el saneamiento. Fundamental es reducir la exposición que aún algunas poblaciones tienen a los metales pesados. Igualmente, y no obstante los esfuerzos puestos en marcha, se deben de incrementar las áreas terrestres y marinas protegidas. Los países deben incrementar sus esfuerzos para reducir las tasas globales de deforestación así como evitar la sobreexplotación de los recursos pesqueros.

Por si lo anterior no fuera suficiente, hay que seguir trabajando en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y poder cumplir con los Acuerdos de París. Ante este panorama que no es nada halagador, y en lugar de descalificar y desacreditar lo ya publicado por Yale, valdría la pena como país tomar este Índice con la objetividad y sensatez que se merece y encontrar la o las fórmulas que se deben de implementar en el corto, mediano y largo plazo para estar cada vez mejor ambientalmente hablando en favor de la salud y la calidad de vida de los mexicanos, algo a lo que sin duda alguna nadie se podría oponer.