Incumplen niños de Saltillo con tareas en redes por falta de dinero, temen no acreditar curso

El cierre del atípico ciclo escolar preocupa a algunas familias, las clases virtuales y los trabajos compartidos por redes sociales fueron una losa difícil de cargar
Problemas. En amplios sectores de la colonia Mirasierra se notan las carencias, que con la pandemia se acentuaron. Fotos: JEsús Peña

TEXTO Y FOTOS: JESÚS PEÑA

Ya hace un mes que Wendy Marisol Mata, siete años, segundo grado de primaria, no hace las tareas y eso ha ocasionado que se atrase en sus materias.

No es por falta de talento, Wendy es muy inteligente, solo que su madre, un ama de casa y, su papá, un albañil que se quedó sin empleo, no tienen computadora ni internet, tampoco dinero para ponerle saldo al celular ni ir a un ciber donde copiar y mandar los trabajos escolares de sus hijos.

Wendy forma parte de los cerca de 6 mil 900 alumnos de los tres niveles de educación básica, en las zona rurales y marginadas, que no cuentan con acceso a internet.

Vive en un tejabán de la colonia Mirasierra segundo sector, un manchón de jacales de lámina y cartón, sin drenaje ni agua potable, y en los que habitan, en algunos casos, hasta dos o tres familias.

Solucionan. Los alumnos y sus familias enfrentan como pueden los requerimientos escolares y esperan acreditar el curso.

“Yo no he mandado tareas porque como mi esposo es albañil y trabaja un día sí y otro no, no tengo para echar saldo y por eso ahorita no he mandado tareas ni de la Primaria de mi niña ni de la Secundaria de mi niño”, dice María Luisa Alvarado Cruz, la mamá.

Y dice que tiene miedo de que, por no reportar tareas, sus hijos se atrasen en sus clases o de plano no pasen de año.

“Temo que me los vayan a dejar en el mismo grado, por no entregar tareas”.

María Luisa cuenta que ya va para dos meses que la obra donde trabajaba su esposo paró y ahora no tiene trabajo ni dinero para cargar saldo en su celular.

“Por eso no he mandado tareas, ahorita con esta pandemia no he tenido dinero”, dice.

Liderazgo. Doña Inés Aguilera califica el apoyo del Gobierno de escaso, señala las necesidades que rodean a sus vecinos y solicita una ayuda y atención.

UN ESPACIO URBANO MARGINAL

La mayoría de los padres de familia de este sector, plantado sobre un predio de la calle 10, límite de las colonias Mirasierra y Zaragoza, son trabajadoras domésticas, albañiles que se quedaron sin trabajo u obreros de fábricas que se fueron a paro y ahora están sacando el 50 por ciento del salario.

“Hay muchos que están batallando con lo de las tareas, el internet, el saldo porque no hay dinero y prefieren comprar algo de comida que ponerle saldo al celular.

“Ahorita estamos solicitando apoyo al gobierno porque ellos no están recibiendo nada. No ha venido nadie a entregar despensa… Gobierno no ha bajado ni a ver la situación de ellos…”, dice Inés Escalera Aguilar, coordinadora del movimiento Antorcha Campesina en este sector.

Comenta que en esta colonia la población de niños de primaria, hijos de madres solteras que antes de la emergencia eran empleadas domésticas, es considerable.

“Se les suspendió el trabajo y no tienen otra entrada de dinero”.

Nancy Naal, es alumna universitaria, tiene un hermano que va a la primaria y dos a la secundaria, pero con eso de que su mamá trabaja de afanadora y su papá de electricista eventual, en muchas ocasiones no tienen dinero para poner saldo al único celular de la familia, y por eso se han atrasado con las tareas.

“Aparte a veces no hay señal…”, relata.

Batalla. Las madres de familia de este sector hacen hasta lo imposible para que los niños cumplan con sus deberes escolares, pero a veces las rebasan sus carencias.

O COMR O CUMPLIR CON LA ESCUELA, DILEMA DE MADRES SALTILLENSES

 

Ya son meses que la fábrica donde trabajaba el esposo de Mariela Flores paró y a él lo mandaron a casa con el 30 por ciento del sueldo, por eso su hija que estudia el tercer grado de primaria no cumplió con las labores escolares.

“Mi niña no las está haciendo. Nomás la pongo a ver la tele y la pongo a estudiar, que en un cuaderno haga los ejercicios. No, no me estoy conectando, yo ahorita no tengo saldo, muy apenas tenemos qué comer”, dice.

Se atrasan porque no tenemos dónde consultar las actividades”.
Raquel Reyna.

Karla Rodríguez ni siquiera tiene televisión, mucho menos tablet, y para copiar las tareas que les encargan a sus hijos tiene que pedirle prestado el celular a su papá, tal y como hacen sus cuatro hermanas, que también tienen niños de escuela.

“Pongo 20 o 30 pesos cada dos días, pero de volada se acaban los datos, tengo tres niños y a cada maestra le tengo que estar mandando. Yo no tengo ni celular, ni Tablet, ni pantalla, con el celular de mi papá todas mis hermanas y yo tenemos que mandar tareas”.

Carencias. Hay muchos niños por estas colonias, en las que las necesidades son muchas.

El marido de Karla trabajaba en una fábrica, la fábrica paró y hasta hace poco andaba desyerbando casas, pero las autoridades ya se lo prohibieron, que tiene que sacar un permiso de lo contrario se lo llevara la patrulla.

EL CICLO EN RIESGO

A Marlene Rodríguez le dijo la maestra que si su hijo no manda las tareas en línea, lo va a reprobar.

“Le dije que no tengo dinero, no tengo celular, cómo se las mando y o sacas las copias pa’ que hagan la tarea o comes. La maestra de otro de mis hijos me dijo que me mandaba las tareas por correo, no tengo ni correo. (Aunque) sí, los pongo a que hagan su nombre y que resuelvan problemas”, comenta.

Para Raquel Reyna, la mamá de Jesús Alberto, siete años, primero de primaria, la situación no es del todo diferente.

Unidas. Wendy y María Luisa enfrentan juntas lo que deben hacer con sus escasos recursos.

Su esposo, un trabajador de la construcción está sin empleo y ahora la familia se quedó sin dinero para recargar el celular.

“Muy apenas tenemos celular y eso porque ahorita es indispensable estarse comunicando con la familia y a veces batallamos con la economía para estar recargando, al hacer una consulta luego, luego se consumen los megas y sí, estamos batallando“.

A CUENTAGOTAS

Y si bien le pone 30 pesos de tiempo aire a su móvil, porque o come o cumple con lo de las tareas de sus hijos.

Esperanza. Las sonrisas no faltan en este lugar.

“Se atrasan porque no tenemos dónde consultar las actividades y estamos dejándolas pendientes”, comentó.

Dice que algunas veces ella ha optado por ir a un cíber e imprimir las tareas que le dejan a su hijo, pero eso también representa un gasto.

UNA SITUACIÓN DESESPERADA

También Alicia Montenegro tiene cuatro chicos, su esposo es albañil, pero lo descansaron y ahora se fue de lavacoches.

Tres de sus niños están en la escuela y no hay para cargar saldo.

“Se batalla con el dinero para el saldo…  Pedimos auxilio”, ruega la mujer.