Inclusión en la era digital
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Inclusión en la era digital
Las transformaciones digitales tienen un alto impacto en nuestras vidas y modifican nuestros comportamientos. Los últimos veinte años, en los que el acceso a internet ha pasado del 4 al 40 por ciento de la población mundial, ha sido también el periodo en el que el desarrollo de los medios digitales para la comunicación y el intercambio de datos ha visto su mayor desarrollo. Sólo entre 2010 y 2015 el número de usuarios aumentó 60 por ciento y se estima que para 2019 el volumen de tráfico global en internet sea 66 veces mayor que en 2005.
No sorprende entonces que la producción global de bienes y servicios de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) represente el 6.5 por ciento del PIB mundial. Los beneficios de la digitalización aumentan la eficiencia y reducen costos. Sus avances más significativos se reflejan en una mayor apertura de la economía mundial mediante plataformas que han impulsado el comercio y las actividades financieras. Sin duda, la actual economía digital se ha acompañado de mayores oportunidades de desarrollo, de un impulso en el crecimiento de la productividad, así como de innovación y mejores condiciones de competitividad. Las transacciones electrónicas son cada vez más comunes y sus resultados más visibles en el PIB global. Sólo en 2015 las ventas mundiales de comercio electrónico alcanzaron los 25.3 miles de millones de dólares.
De acuerdo con el último informe Perspectivas de la OCDE sobre economía digital, las tecnologías digitales han tenido grandes avances, la infraestructura de internet es cada vez mejor y la utilización de los medios digitales es mayor. No obstante, los retos que enfrenta el mundo son mayúsculos y nuestro país no es la excepción. Pese a que el Banco Mundial asegura que un incremento del 10 por ciento en la penetración móvil y de banda ancha aumentaría el PIB per cápita en los países en desarrollo en más de 1.3 por ciento, el acceso al entorno digital dista de ser inclusivo. La brecha digital deja fuera a casi el 60 por ciento de la población mundial, siendo las mujeres el sector más afectado. Además, recordemos el impacto de las nuevas tecnologías y los medios digitales en el mercado laboral a nivel global. Se calcula que para 2020 más de 7 millones de empleos sean reemplazados y para 2050 más de la mitad de los que hoy existen desaparecerán.
Por su parte, en México sólo 40 de cada 100 mexicanos tienen acceso a las TIC y el gasto en servicios fijos y de telefonía móvil en los hogares más pobres representa el 6 por ciento de su ingreso mensual. Si bien durante los últimos años se ha logrado reducir hasta en un 75 por ciento los precios de banda ancha móvil, México aún no vislumbra los beneficios de la economía digital. Mientras que en China ésta alcanza el 30 por ciento de su PIB, en nuestro país apenas concentra el 4 por ciento.
A la par de impulsar la creación de infraestructura digital e innovación tecnológica, y establecer controles y marcos regulatorios que protejan a los usuarios de los servicios digitales, apremia contar con políticas públicas eficaces y de largo alcance que aseguren el acceso incluyente a las herramientas digitales, y garanticen el desarrollo de capacidades cada vez más especializadas para consolidar el aprovechamiento de las ventajas de la economía digital.
En ese sentido, impera también que -mediante una visión de Estado- México invierta mayores recursos en el desarrollo científico e innovación con miras a enfrentar la dinámica del futuro del mercado laboral y la automatización de los procesos productivos. En este escenario, la cooperación internacional juega también un papel fundamental en la afrenta a los desafíos que imponen la seguridad digital y la protección de la privacidad que quebrantan la confianza y los beneficios sociales de la digitalización. El Universal
Twitter: @GabyCuevas