Incertidumbres y certezas democráticas
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Incertidumbres y certezas democráticas
La incertidumbre es propia de las democracias. El profesor de la Universidad de Nueva York, Adam Przeworski, escribió que la democracia es, precisamente, la institucionalización de la incertidumbre política. Con ello quería decir que en una democracia se tiene certeza sobre el proceso, pero no sobre el resultado, el cual de antemano es incierto. Si en un determinado País o estado se sabe con antelación quién ganará las elecciones, entonces podría dudarse de sus credenciales democráticas.
Pero no todo es incertidumbre, la democracia también se construye a base de certezas. Si bien no sabemos de antemano quién ganará, tenemos la certeza de que los ganadores y los perdedores no serán siempre los mismos, ni lo serán por siempre. Los ganadores de hoy pueden ser los perdedores de mañana y viceversa. La incertidumbre implica la posibilidad real de alternancia y eso también es un signo positivo de la democracia.
La democracia también se construye sobre la certeza del proceso electoral siendo aquella uno de sus principios rectores. Ello implica la existencia de etapas y reglas claras y objetivas para la organización de las elecciones y la recepción, el conteo de los votos así como la proclamación de vencedores.
El proceso electoral debe estar organizado de tal manera que, así como en la idea de justicia procedimental pura de Rawls, la forma en cómo se lleve a cabo nos brinde la convicción de que su resultado es justo, con independencia de cuál sea éste.
En México contamos con procesos electorales que son complejos, precisamente porque buscan aportar certidumbre a un ejercicio ciudadano cuyo resultado debe ser incierto. Si nos detenemos a analizarlo con cuidado, podemos ver que el proceso electoral es una serie de certidumbres concatenadas. Sabemos cuándo serán las elecciones, en qué horario, dónde podemos votar, cómo identificarnos para hacerlo, qué personas son las que recibirán y contarán nuestros votos, qué autoridades harán los cómputos totales y cómo serán estos, quiénes resolverán las impugnaciones y anunciarán a los ganadores, entre muchas otras.
Desde luego esto no elimina los muchos momentos de incertidumbre que se viven durante el proceso electoral. Uno de los más complicados es el que tiene que ver con los cómputos finales y la proclamación de vencedores. Ello debido a que, a diferencia de lo que ocurre en un partido de futbol donde al sonar el silbatazo final sabemos el resultado del partido, en las elecciones, precisamente porque nos jugamos algo mucho más importante, el resultado oficial no es inmediato al concluir la jornada electoral, sino que es necesario agotar algunas etapas posteriores.
En todo caso es importante entender que esas etapas están diseñadas para dotar de certeza al proceso y que, por lo tanto, el resultado sea confiable. En el caso de la elección de gobernador, esas etapas son los cómputos distritales y el cómputo estatal.
Los cómputos distritales se llevan a cabo hoy en sesiones públicas ininterrumpidas y con la presencia de representantes de todos los candidatos. Puesto que se parte de la presunción de que los funcionarios de casilla hicieron bien su trabajo, los votos no son contados nuevamente, sino sólo los resultados consignados en las actas. No obstante, la Ley contempla varios supuestos en los cuales se puede realizar un recuento de votos ante la falta de certeza del resultado de cada casilla. El siguiente domingo a la elección se llevan a cabo los cómputos estatales en los que se suman los distritales y es así, hasta entonces, como se obtiene al ganador.
Pero incluso si alguno de los candidatos no está de acuerdo con los resultados puede impugnarlos ante los tribunales electorales estatal y federal; hasta que se resuelvan las impugnaciones tendremos certeza de quien ganó.
El proceso electoral no ofrece resultados instantáneos y está bien que así sea, siempre que la dilación obedezca a agotar etapas necesarias para dotar de plena certeza al resultado.
En la época de la impaciencia y de la búsqueda de resultados fáciles y rápidos es difícil que se comprenda el por qué es importante respetar estos procesos y sus tiempos. Pero ante autoproclamaciones de triunfo, festejos y protestas anticipadas es quizá más necesario que nunca.
*Director de Investigación del CEEAD A.C. y Profesor de Derecho Constitucional en la Facultad Libre de Derecho de Monterrey
eduardo.roman@outlook.com