Incapaces para ser oposición en Coahuila

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Incapaces para ser oposición en Coahuila

En este mismo espacio se dijo el 18 de febrero: la fuerza de la “histórica oposición” en el Congreso de Coahuila duró sólo tres quincenas.

Sin ser una novedad, esta semana nuevamente hizo agua el barco legislativo: los tres diputados locales –de Morena, UDC y PRD– que se habían alineado sistemáticamente a la fracción parlamentaria del PRI en votaciones importantes –anulando por consecuencia las pretensiones del PAN– ya se amalgamaron de facto y sin pudor, constituyendo un bloque que será prácticamente imposible derrotar de aquí en adelante.

En otras palabras: el PRI (con 10 legisladores) ya maniató a la oposición (que junta y en el papel suma 15 curules) y todavía faltan dos años y medio de Legislatura. Pero que nadie se confunda: la responsabilidad es compartida.

Si la política es “el arte de cambiar las cosas”, como la definió Aristóteles, el PAN ha fracasado una y otra vez en la entidad. No sólo ha sido incapaz de llegar al Poder Ejecutivo en 89 años; cuando ha conquistado una parcela importante no ha podido aumentar su terreno y campo de acción. Por el contrario, se achica.

¿Por qué no fructifica su negociación con otras corrientes políticas? ¿Por qué no tiene poder aglutinador? Ya sucedió en 2017, cuando el voto atomizado entre cinco candidatos opositores provocó ganara el PRI la gubernatura (fraude aparte). La unión posterior a las elecciones, por lo demás, fue más testimonial que efectiva.

Regreso al tema que nos ocupa. Al instalar sólo 10 legisladores el 1 de enero, el PRI necesitaba granjear el apoyo de tres más para ser mayoría. Y en tres quincenas lo logró. A mediados de febrero ya sumaban 13 de 25 y habían consumado el plan: paralizar el Congreso. En lo que resta de la Legislatura podrá haber puntos de acuerdo ríspidos y subir de tono alguna vez el debate parlamentario, sin embargo, la oposición ya no tiene, ni tendrá, mayoría para hacer daño. Y por daño me refiero a cuestiones sustantivas, no a pronunciamientos llamativos en tribuna. De ruido no se vive.

Y nos encontramos, ante todo, frente a un problema de legitimidad: 587 mil 534 ciudadanos (sumando las boletas de PAN, Morena, UDC y PRD) votaron el 4 de junio pasado para que los representasen legisladores de oposición al régimen, contra 432 mil 642 sufragios que obtuvo el PRI. Convertidos en representantes, por increíble que parezca, hay 13 oficialistas contra 12 opositores. Se ha tergiversado, pues, la voluntad depositada en las urnas.

El PRI-Gobierno es el corruptor en el estado, ni duda cabe. Sus diputados desempeñan un papel y no se salen del guion: ser tapadera de todo lo irregular que señalen a sus administraciones. Al costo que sea. Lo sabemos y hasta cierto punto lo asumimos como un mal necesario de nuestra democracia en tanto no desaparezcan. Ahora bien, ¿y la oposición?

Mención especial merece Marcelo Torres, coordinador de la bancada panista (nueve curules). En la coyuntura de la elección presidencial se quita la cachucha de diputado local y se pone la de secretario general del PAN, priorizando esta última y dejando al garete la función parlamentaria. La física, convertida en sabiduría popular, lo explica de mejor forma: el que mucho abarca poco aprieta. O su opuesto: donde aprieta no chorrea.

Sin ser un político brillante, Samuel Rodríguez le ha ganado la batalla. Cameló a tres diputados locales, los sumó a su fracción, y con ello formó un dique de contención suficiente para detener cualquier intento de rebelión en el recinto parlamentario. Por si fuera poco agenció para el PRI la Junta de Coordinación Política durante el primer año de la Legislatura, con la expectativa de que la encabezaría el PAN el segundo año y la UDC el tercero.

Sin embargo, las condiciones de la negociación original han cambiado. Ahora cuenta con una mayoría relativa y puede no respetar el acuerdo argumentando que sus canicas le permiten permanecer en el órgano de Gobierno durante todo el trienio. Y sabe qué, el PAN no tendría cómo bloquear esa jugarreta porque ya les comieron el mandado.

CORTITA Y AL PIE

Por lo demás, ¿qué pasa cuando a los diputados de oposición ni siquiera los respetan?

Estos han propuesto, por citar un ejemplo, la comparecencia del secretario de Finanzas para explicar la nueva deuda contratada. Y la dependencia les ha entregado lo que a cualquier ciudadano entregaría, a través de una solicitud de información: lo mínimo posible. ¿Dónde queda su valor agregado entonces? ¿Qué los hace diferentes?

Replanteo la pregunta: ¿tienen un valor agregado como autoridad?

LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS

Cabe señalar que sigue pendiente la resolución del Tribunal Superior de Justicia del Estado, acerca de la controversia promovida por PAN y UDC contra de la Ley Orgánica del Congreso (el expediente fue radicado el 3 de abril como Acción de Inconstitucionalidad AIL-1/2018).

Aun cuando sea favorable a sus intereses (y revoque la reforma que mañosamente hizo el PRI el 27 de diciembre para imponer candados a la labor legislativa), será intrascendente pues ya no tienen mayoría.

La Legislatura pasada, de cuatro diputados opositores, fue fácilmente apocada y relegada por un asunto de aritmética: eran 21 contra cuatro. En 2017 al fin cayeron votos en las alforjas del PAN, UDC, PRD y Morena, y se tradujeron en presencia. Pero tan pobre ha sido su funcionamiento que hoy, los primeros gritos se consideran un avance.

Antes había un desierto. Ahora se predica en el desierto. Pero nadie siembra. Acaso porque no es terreno fértil. Acaso porque no saben hacerlo producir.

@luiscarlosplata