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Con la mano en el pecho signaremos en la boleta la opción que nos hable del Coahuila que merecemos

Con demasiada frecuencia se escuchan conversaciones sobre el proceso electoral que ahora mismo se está llevando a cabo. Resulta interesante que muchos no mencionen que haya que votar a favor de tal candidato, sino que digan que se debe votar contra un partido. Normalmente se toman opciones hacia un personaje o una plataforma política. Sin discutir qué significa lo que plantea ese partido específicamente, lo que se menciona es ir contra él. Pero dígale eso a quienes tienen alguna posibilidad de beneficiarse con la llegada al poder de un pariente o amigo y encontrará respuestas coléricas. Hay razón para ello porque en esta elección se está delineando al Coahuila de las próximas décadas, para bien y para mal.

La animadversión hacia un partido, que evidentemente es el PRI, la vuelcan sus militantes hacia las otras opciones con la misma alteración y enojo. El encono que vemos no había aparecido con tanta claridad en contiendas pasadas. La conciencia política no ha avanzado, a pesar de que el número de coahuilenses que han realizado estudios medios y superiores sea hoy en día enorme.

Pase lo que pase, la gente ya tiene otra manera de percibir a sus gobernantes. Pase lo que pase, todo está abonando a la gran conflagración que tendrá lugar en 2018. Y ésta debería ser la preocupación de todos nosotros porque el voto individual dejará de serlo para integrarse a una opción que puede prefigurar un cambio en la historia nacional: dejar de ser mediocres suprimiendo a los políticos mediocres, que son mayoría.

Las campañas que terminaron tuvieron algunas cosas interesantes. Por ejemplo, es claro que surgió en Coahuila un partido que no tenía presencia. Hablo de Morena, por supuesto. En caso de que no gane, de cualquier manera, habrá creado un espacio en la mente del pueblo que servirá en el futuro cercano. Lo mismo podría decirse acerca de los independientes. Demasiadas personas los acusan de estar conjurados con el PRI para dividir votos. La cuestión es que nuestra legislación permite las candidaturas independientes y hay personas que desean jugar ese papel.

¿Qué sucederá a Coahuila tras un pasado priísta que se acercará a los 100 años de dominio absoluto si gana esta contienda?, ¿cómo enfrentar el problema de la deuda?, ¿cómo cerrar tantas heridas que nos dejan las administraciones federales, estatales, municipales, militares, policiacas…? Ahora sabemos que los coahuilenses somos deudores de una familia muy conocida, los Hank (Carlos Hank González, Carlos Hank Rhon) quienes desde dos bancos extraen toda nuestra riqueza. ¿Qué será del Estado con sus miles de desaparecidos?, ¿y qué con el proyecto de convertirnos en el basurero de residuos tóxicos de los estados en que el grupo Atlacomulco tiene un dominio económico inmenso?

Para ir a votar requerimos pensar en lo que somos y lo que deseamos ser. Entonces, con la mano en el pecho signaremos en la boleta la opción que nos hable del Coahuila que merecemos. Tal vez no suceda algo extraordinario, pero sí algo que nos haga sentir menos apenados ante los mexicanos del resto de las entidades, ante los cuales gozamos del adjetivo “dejados” o “indolentes” o “mediocres”.  

En los últimos años, cuando José Woldenberg presidía el Instituto Federal Electoral, se nombraba al día electoral como “la fiesta de la democracia”. Eso acabó. Ya nadie piensa en un festejo sino en una jornada de pleitos, de lucha, de ofensas porque en las cabezas está presente la idea de que los dados están cargados y de que hay personas que van a buscar la manera de engañar. Ya es difícil embarazar urnas, pero todavía se compran votos: éstos ya están abonados; hoy tratarán de hacer efectivo el pago.

Es preciso ir a las urnas con y sin pensamientos adversos porque en estas circunstancias no hay otro camino. Aunque el paisaje político nos parezca grotesco es el único que existe y por ahora es en él que debemos depositar nuestra esperanza. ¡Vaya y vote!, porque de no hacerlo perderá el derecho a quejarse, a exigir, a criticar.