Hospital Psiquiátrico, realidad que nadie quiere ver
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Hospital Psiquiátrico, realidad que nadie quiere ver
Cómo hay historias que… las tiene uno enfrente y pasan inadvertidas.
Lo digo porque, quién iba a decir que detrás de los muros del Hospital Psiquiátrico de Parras se escondiera una realidad tan patética, tan triste.
Al menos yo no me había dado cuenta y eso que lo había visitado varias veces.
Pero hasta que me sumergí de lleno en este lugar, supe de las vidas de muchos enfermos que son dejados y abandonados aquí, como si se tratara, prácticamente, de un depósito de basura.
Suena feo, pero eso era, eso es, como seguramente sucede en otros nosocomios para enfermos mentales del país.
La última vez que fui me llamó la atención ver a tantos pacientes asomados a una reja que los separaba de las oficinas administrativas y de la puerta de la calle en este sanatorio.
Rostros inciertos, con la mirada extraviada, pero con la esperanza de que alguien, un familiar, un amigo, viniera a verlos, a traerles algo, cualquier cosa, lo que fuera.
Y mirar sus caras de desencanto cuando supieron que los desconocidos eran periodistas que venían para realizar un reportaje.
Imagínese, saber que el 40 por ciento de los enfermos psiquiátricos que están internados aquí fueron abandonados por sus parientes o rescatados de las calles, daba para mucho, periodísticamente hablando y yo no me había percatado.
Saber que muchos de estos pacientes no tienen ni siquiera nombre, pero tampoco a nadie en el mundo, porque fueron adoptados y sus padres adoptivos ya están muertos, es algo estrujante para cualquiera y me incluyo.
O saber que los familiares de muchos se han hecho ojo de hormiga, se han esfumado para no tener que cargar con ellos, es el colmo de la fatalidad.
Una historia digna, pero no solamente digna, sino obligada de contar.
A veces la gente dice que soy amarillista o un heraldo de lo sórdido, de lo atroz, y yo les digo que salgan a la calle y volteen a ver su entorno y se darán cuanta de que yo nomás escribo lo que veo o medio veo.
Un Hospital Psiquiátrico donde los enfermos son arrumbados como si fueran basura por la irresponsabilidad de los suyos, víctimas a su vez de la vergüenza que les acarrea los estigmas sociales.
Muchos dramas truculentos me platicaba la trabajadora social de este psiquiátrico, como el drama de los enfermos que mueren sólo acompañados por las enfermeras de este hospital.
O de otros que son rechazados por la familia que dicen no reconocerlos como su sangre cuando trabajo social va y los buscan para pedirles que se hagan cargo de ellos, que los visiten, que los procuren, que los tengan en casa.
Una realidad horrenda, pero que existe, que no la queramos ver… es otro boleto…