Honoris Causa. ‘Y en la boca llevarás sabor a mí’

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Honoris Causa. ‘Y en la boca llevarás sabor a mí’

Hace apenas unos días, mi maestro, el periodista coahuilense, David Brondo, trataba de explicarse en un ensayo editorial la oprobiosa figura de Carlos Pozos, conocido a lo largo y ancho del territorio nacional como Lord Molécula.

Objeto de burlas, chistes y memes, pocos personajes en la Historia han soportado el escarnio con semejante cuota de estoicismo. Aunque supongo que el señor Pozos, dado el apellido que se carga, aprendió desde pequeño a lidiar con el bullying escolar, así que imagino era él la persona ideal para la importante encomienda que la Nación le confirió.

“Tu misión, si decides aceptarla”, se le comunicó al inicio de la Cuarta Transformación, “es desviar la atención de todos los cuestionamientos incómodos que se le formulen a nuestro jefe supremo, arrebatarle la palabra a cualquier interlocutor que no sea aliado de nuestro proyecto y soterrar todo señalamiento opositor con una retahíla de encomios a la figura Presidencial”.

Y en efecto, su trabajo consiste en ocupar desde muy temprano la primera fila en la diaria conferencia de prensa presidencial, conocida vulgarmente como “La Mañanera”.

El arreglo personal de Pozos es tan singular como su mote: relamido, con bigotillo recortado y corbata de moño, parece más el personaje de una historieta deliberadamente kitsch, que un profesional de la comunicación cubriendo la fuente noticiosa “más importante” del País (a mí me recuerda mucho a los comparsas que mezclaban entre la audiencia de los reallity shows de la década pasada).

Pero la seriedad de Molécula sólo está en consonancia con la de las peroratas matinales con que el gran Tlatoani macuspano ralentiza la modorra de esta gran nación azteca.

Es decir, tan serio el corresponsal como la información que allí se ofrece, que puede ser de chile, de sal y de manteca: ya sean asuntos de la mayor gravedad manejados con total displicencia o temas triviales abordados como si fueran de vital importancia.

La actitud del Moléculo ese, siempre será de invariable perplejidad y embelesamiento frente al Jefe del Poder Ejecutivo, así como de rendida aquiescencia a sus declaraciones.

¿A quién le informa Lord Molécula?, ¿cuáles medios o trabajos lo acreditan?, ¿quiénes podrían asumirse como su público?, ¿qué alcances puede tener su audiencia? y ¿quién podría darle un poco de credibilidad y por qué tanta?, son cuestionamientos que jamás tendrán respuesta porque, como ya se sobreentiende, su misión no es periodística, sino ser eso: comparsa en un reallity show que en un principio se nos vendió como una buena idea (tener a un presidente todos los días compareciendo en vivo ante la Nación, era algo sin precedentes). Mas no tardamos en descubrir con desencanto que no era nada estructurado, sino una sarta de incoherencias y desvaríos (como ya reconoció el mismo Presidente) pero, por y sobre todo, es un monólogo a pesar de los interlocutores que buscan sacarle una declaración importante y de los que están a sueldo –como el tal Lord– para entorpecer el de por sí infructífero trabajo de los primeros.

Trascendió que Carlos “Lord Molécula” Pozos y otros “destacados periodistas” de esa malhadada “Primera Fila” de la mañanera, fueron distinguidos con un nombramiento Honoris Causa, por parte de cierta institución cuyo nombre no valdría la pena consultar para transcribirlo aquí.

Baste decir, sin embargo, que un igual doctorado al mérito recibió la emérita teleconductora y comunicadora Laura Bozzo.

De hecho, en México tenemos una larga tradición de glorificar con el honoris causa trayectorias vergonzosas, desde López Portillo a “El Negro” Durazo, y de Carlos Trejo a Adela Micha. Todo lo que se necesita es una universidad patito dispuesta a montar semejante farsa (¡Ah, también la UAdeC se lo otorgó a Rubén Moreira!).

Aunque la conexión sea invisible, resulta obvia: Esta es la manera en la que la 4T dialoga con la prensa que no le favorece, encumbrando a un hato de mamarrachos lisonjeros, destacándolos como próceres de la comunicación y desestimando a todo aquel que ose a hacerle un cuestionamiento real, tildándolo como prensa fifí, vendida o neoliberal.

No es nada nuevo, es cierto, que el Gobierno tenga un equipo de aliados infiltrados en los medios de comunicación. Incluso medios completos han militado para la causa del Presidente sin el menor empacho, pudor o disimulo, como lo hizo Televisa durante el apogeo del priato (empresa que por cierto hoy es la nueva aliada de la 4T en su programa educativo emergente, de cara a la contingencia COVID-19).

La prensa zalamera no la inventó AMLO, ni mucho menos. La hemos padecido a nivel local, donde también hay moléculas y moléculos que han hecho de la cobertura de la fuente oficial un circo semejante a la mañanera y han elevado a la categoría de arte, el pulirle el pivote al gobernador en turno (¡provecho, colegas!).

Pero una vez más, el desencanto proviene de lo que se ofertó como un gobierno de ruptura con las viejas formas y sólo resultó en una versión abaratada, genérica, similar, de la misma vieja monserga.

Y sobre los mercenarios de la pluma que se prestan para esta farsa del Gobierno de la República, ni se preocupe ni se ocupe, que no pasarán de perico perro y el honoris causa no lavará de su paladar el regusto de su abyecta misión, cumplida de rodillas, para la feliz complacencia de su majestad, el Peje.