¿Hogares para el divorcio?

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¿Hogares para el divorcio?

Son los nuevos. Los recientes.

Son los hogares que se están fundando.

Se hacen alianzas casi temerarias y siempre intrépidas, algunas precipitadas e imprudentes, compulsivas e impetuosas.

Algunos edifican sobre arena para ser víctimas de la primera tempestad. No pocos buscan absurdamente una alianza definitiva para una prueba temporal.

En situaciones de hecho, el margen de libertad se reduce y se toma la unión matrimonial como una urgencia que suprime toda deliberación. Se apresuran decisiones sin madurar convicciones.

Se constituyen así hogares temerarios sin ninguna garantía de perennidad. Son hogares para el divorcio. Todo lo definitivo y permanente se ahoga en un pozo de provisionalidad. Se elige la facilidad de la arena para cimentar, por no acarrear las rocas de sabiduría que podrían dar reciedumbre a la construcción.

El derrumbe se convierte en el futuro habitual de estas edificaciones endebles. La volubilidad de los sentimientos sustituye a la consistencia de los valores. Las emociones efímeras son un oleaje superficial sin mar de fondo y los naufragios se multiplican.

La inmadurez humana impide a muchas parejas cumplir su misión.

Los desarrollos no se consuman: ni el físico, ni el intelectual, ni el afectivo, ni el volitivo ni el relacional. 

Entonces cada uno de los cónyuges no se acepta a sí mismo, no vive el momento presente y su jerarquía de valores permanece inoperante.

Los nuevos hogares podrían estar lejos de la temeridad si se intensificara el esfuerzo por fomentar lo valores humanos y una verdadera formación para el amor estable y comprometido.

Los modelos de amor que presentan los medios de difusión no son una sana inspiración para darle un verdadero futuro a su propio amor. 

¿Se encontrarán caminos para que se desechen los frágiles cimientos de arena y se elija la roca?
Hay grandes inquietudes propuestas de acompañamiento para que las comunidades humanas aporten lo mejor de su sabiduría, para que las nuevas alianzas que forman hogares alcancen los niveles necesarios de madurez, para no improvisar temerariamente una convivencia familiar que es ahora la única esperanza para la humanidad...