Historias de confinamiento: La trágica lección de Ana Frank

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Historias de confinamiento: La trágica lección de Ana Frank

Hay una historia con un desenlace trágico sobre una famosa niña confinada, que se tuvo que encerrar o esconder junto a su familia, para escapar también de un flagelo mundial, pero mucho más mortal: la barbarie nazi.

Unas cuantas semanas antes de la infame ocupación alemana en Ámsterdam, Otto Frank caminaba por los numerosos puentes que se utilizan para salvar sus canales en la búsqueda del regalo perfecto para el cumpleaños de su hija Ana: un diario personal. Días después, justo en su aniversario, el 12 de junio de 1942, le entregó el diario a su hija y ella no perdió su tiempo y escribió su primera nota: “Espero poder confiártelo todo, de un modo como no he podido hacerlo hasta ahora con nadie, y espero que seas un gran apoyo para mí”.

Pero luego y ante las leyes antijudías, Otto Frank, que huyó de la Alemania nazi en 1933, tomó la decisión de trasladar a su familia a la clandestinidad. Este encierro duró dos años y un mes, tiempo en el cual ocho ocupantes, en un breve espacio, hablaron todo ese tiempo en voz baja y con las ventanas cerradas para intentar que no se vieran signos de vida desde el exterior.

Pasan semanas y meses y el encierro pesa sobre los confinados, pero Ana aprende taquigrafía, lee mucho y escribe, su diario, por supuesto, pero también cuentos que aparecerán en 1959.

Pero este encierro, que dura sin perspectivas de fin, y el hacinamiento generan tensiones entre los ocupantes. Ana tiene miedo durante el confinamiento, pero también esperanza, los planes futuros son temas que llenan las páginas de su diario.

El estado de ánimo general entre los confinados fluctúa con las noticias, buenas o malas, que les traen sus visitantes o Radio Orange (la estación de radio del gobierno en el exilio en Londres): los desembarcos de los Aliados o las noticias de los arrestos de amigos.

Pero esta historia de confinamiento tuvo un desenlace trágico. El 4 de agosto de 1944, un automóvil se detuvo frente a la casa donde se escondían y los encuentra. Todos son arrestados y deportados en el último convoy a Auschwitz donde llegaron el 6 de septiembre. Sólo uno volverá vivo, Otto Frank. Una vez que ha adquirido la triste certeza de que su esposa e hijas murieron en la deportación, se apega a la publicación del diario de su hija Ana, que ha conservado con la esperanza de su regreso. Yo conocí hace años la casa y en especial el sitio en donde estuvieron escondidos entre 1942 a 1944 y que no es más grande que un cuarto normal.

No pude dejar de estremecerme con su relato y de experimentar la angustia, la asfixia y de llenarme con los recuerdos de una niña que en su diario expresaba los efectos de largo encierro.

Refugiada en la escritura, Ana describe sus experiencias, penurias, pasajes de la guerra y opiniones incluso políticas en donde expresa su falta de comprensión al momento oscuro que vivía la humanidad, un reclamo al mundo de los adultos que, incapaces y cobardes, jamás hicieron nada para detener a tiempo a Hitler.

Pero a pesar de su corta edad, en el “Diario de Ana” se observa a una niña que acepta y reconoce sus defectos y que intenta aprovechar sus virtudes. Con una madurez notable, Ana Frank escribe: “Asombra que yo no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto que parecen absurdas e irrealizables”.

Finalmente, en lo último que alcanzó a escribir en su diario, denotaba ya la desesperación del cautiverio así como las contradicciones de una adolescente que observaba pasar la vida entre cuatro paredes mientras el mundo entero se derrumbaban: “Querida Kitty: Ya no puedo soportarlo, sigo buscando la manera de llegar a ser la que tanto quería ser, lo que yo sería capaz de ser, si... no hubiera otras personas en el mundo. Tuya, Ana”.

Muy rápido la voz popular le da el nombre de “El Diario de Ana Frank”, el conmovedor relato de una niña que, como testigo principal, da testimonio del delirio al que llegó el mundo con los nazis. Eso debió y deberá ser siempre una alerta para todos, ¿usted ha visto esas señales? Yo sí, y he intentado hacerlas saber y siempre he fallado. Pero la corta vida de Ana Frank quizás sea posible resumirla en una de sus propias frases: “Podrán intentar callarnos, pero no pueden impedir que tengamos nuestras propias opiniones”.

@marcosduranf