Historia de una plaza

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Historia de una plaza

La contingencia sanitaria también ha venido a transformar la imagen de la ciudad en su diario trajín. Así nuestra plaza principal, “plaza de Armas” porque ahí pasaban lista y presentaban sus armas al amanecer los vecinos de la antigua Villa del Santiago del Saltillo, por si se daba la necesidad de defender a la población.

La plaza de Armas fue por unos 400 años el centro de la vida, el paseo y la devoción de la tranquila ciudad de Saltillo. Los años y el crecimiento natural le han venido restando protagonismo al crearse en distintos sectores otros puntos de reunión y esparcimiento. Aun así, la plaza de Armas sigue siendo el corazón de la ciudad. Flanqueada por la Catedral y el Palacio de Gobierno, en ella suceden actos que afectan la vida cotidiana, llegando a veces a sacudir la natural indolencia de los saltillenses. Como en tiempos de la Colonia, en la plaza de Armas se celebraba cualquier acontecimiento importante para la ciudad o para el estado.

En tiempos anteriores a la contingencia sanitaria se manifestaban en la plaza, procedentes de todo el estado, trabajadores afectados, grupos políticos y vecinos inconformes para llamar la atención de las autoridades. También se había vuelto escenario donde artistas y grupos musicales del momento se presentaban a públicos multitudinarios que acudían a disfrutar del espectáculo. También, y tradicionalmente, la Banda Sinfónica del Estado ofrecía serenatas cuando el ocaso empezaba a oscurecer las calles y se encendían las farolas de la plaza, como hacían en otros tiempos las bandas militares asentadas en la ciudad.

Toda gran celebración cívica o social tenía lugar en la plaza de Armas. Una muy importante fue la que le dio nombre oficial: el 1 de julio de 1821 se reunió ahí la población saltillense con los regidores y los comandantes de las tropas realistas y juntos hicieron la Jura de Independencia, adelantándose al resto de las poblaciones de la entonces Nueva España. Después de jurarse pueblo independiente, se desató la fiesta, y al amanecer se nombró la propia junta gubernativa, la primera del Saltillo independiente, y se bautizó la plaza con el nombre de Plaza de Independencia.

En 1864 se integró en la plaza el batallón que iría a combatir a Vidaurri, porque como gobernador del entonces estado de Nuevo León y Coahuila, se negaba a la separación del último, anexado unos años antes al estado vecino. Al día siguiente se dio lectura en cada una de las cuatro esquinas de la plaza al bando presidencial dictado por don Benito Juárez, que entonces ejercía temporalmente la Presidencia de la República en esta ciudad a causa de la invasión francesa. El bando separaba a Coahuila y le daba nuevamente el rango de estado mexicano independiente y soberano. Y no se hable de las celebraciones del Grito de Dolores la noche del 15 de septiembre y la fiesta del Santo Cristo de la Capilla el 6 de agosto.

Un día de 1867, los saltillenses se volcaron en la plaza para recibir con vivas al Primer Batallón Ligero de Coahuila proveniente del Sitio de Querétaro, donde fue a luchar por la patria ante la invasión francesa. Y antes, en la ocupación norteamericana de 1846, había servido de antesala de hospital durante la batalla de La Angostura. La Catedral de Santiago se transformó en “hospital de sangre” para atender a los heridos de ambos bandos, y los menos graves permanecían en los corredores y bancas de la plaza.

Adrián Rodríguez, personaje inolvidable para algunas generaciones saltillenses por su cuerda locura, hizo suya la plaza de Armas. Ahí fue a tenderse a cielo abierto cuando sintió llegada su hora, y ahí murió, frente a la sede del gobierno que nunca pudo ocupar.

La plaza de Armas volvió a vibrar el pasado día 8 con la protesta de las campesinas de la Unión de Trabajadoras Agrícolas por los maltratos y humillaciones que sufren en su trabajo, y con las feministas que se manifestaron por ser día de la mujer. ¿Será que ya vuelve a la normalidad?