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Historia de una emprendedora social. El fracaso que llevó al éxito
Cuando decidí estudiar Ciencia Política, había cierta preocupación y especulación de qué iba a vivir, siendo mujer sobretodo y no teniendo ningún familiar en política. A mitad de la carrera, en conjunto con otros estudiantes y colegas, fundamos una Asociación Civil, es decir, se nos ocurre formar una organización sin fines de lucro, eso sí lleva a otro nivel la preocupación: ¿de qué va a vivir esta niña?
Tuve la fortuna de siempre tener educación privada e inscribirme en todas las clases extracurriculares que se me ocurrieran durante mi adolescencia y juventud gracias al apoyo de mis padres. Si bien el dinero no sobraba en casa, tampoco faltaba. Eso me dio la oportunidad de llenarme de herramientas y al mismo tiempo imaginar y comparar contextos diversos.
Se cree que las organizaciones de la sociedad civil son solamente para gente con mucho dinero, como diría el señor Presidente, para los fífís. Personas que no tienen la preocupación de generar ingreso para vivir. Lamento informarles que no es así. Las organizaciones exitosas están llenas de profesionales sociales que viven de su trabajo.
Si bien por muchos años (siete para ser exactos) no fue mi trabajo de tiempo completo, ni mi forma de generar ingresos, finalmente en el 2016 me decidí a dar el salto: dejar mi empleo bien remunerado y dedicarle todo en tiempo y esfuerzo a mi bebé: Despierta, Cuestiona y Actúa, A.C.
El error más grande que cometí es poner todos los huevos en la misma canasta, como diría el dicho. Les cuento la historia: yo había trabajado en Gobierno, desde que estudiaba (2007) hasta que renuncié en diciembre 2015 lo único que conocía era el servicio público. Por lo que durante el 2016 hice todo mi esfuerzo para realinear los programas de la organización a las prioridades de los programas federales y así poder acceder a recursos que permitieran aumentar en cantidad y calidad la operación de la organización.
El resultado parecía un éxito: para el 2017 aumentamos de 2 colaboradores a 45. Contraté un director de operaciones, alguien con quien yo había trabajado, y creía que haría mejor trabajo que yo. Por lo que dejé la operación en sus manos para enfocarme en buscar recursos para el 2018, utilizando la misma estrategia: apostarles a programas federales, y por qué no, está vez le metí doble a mi casa: Nuevo León.
El resultado real para el 2018: el total fracaso. Tuve que decirle adiós a más del 85 por ciento de los colaboradores, incluido mi director de operaciones porque no sólo ya no tenía dinero para pagarle tampoco había salido la operación de los programas como a mi me hubiera gustado, es decir no tenía la calidad que yo quería, porque había descuidado la operación de mi parte. Además, mi apuesta a Nuevo León no salió. Perdí más de 8 meses en reuniones, desayunos, comidas, cenas con actores que creía que me podrían ayudar y nada funcionó. Para verano del 2018, las cuentas ya no me daban. ¿Por qué? La corrupción me ganó. Hacer nada siempre será más barato que hacer cualquier cosa.
En ese orden de ideas, mi cabeza era un mar de confusión (además estaba embarazada de mi segundo bebé) porque todas mis apuestas se habían convertido en grandes pérdidas. Tenía algunas opciones: cerrar y tirar todo por la borda, reintentar buscar aliados en Gobierno o volver a realinear los programas a la esencia de la organización, a la utopía, por lo que verdaderamente nació la idea cuando era estudiante universitaria; diversificar las fuentes de ingreso de la organización (privadas, internacionales).
Decidí volver a la utopía y diversificar ingresos. Hoy, después de haber vivido una pandemia en donde tuvimos que reinventarnos de un día para todo, agradezco haber tomado la segunda, porque me quedó clarísimo que cuando uno sabe hacía donde va, el camino se va a haciendo. Cambiar la esencia y la visión de cualquier emprendimiento por querer vender más y/o más rápido, es un tremendo error. Tienes un sueño, aférrate a él, pero sobre todo, aférrate a sus motivaciones, a sus por qué, ellas te enseñarán el camino. Construye comunidad en el proceso, acompáñate de #CiudadanosdeTiempoCompleto, anímate. Y tú que estás leyendo esto y no tienes un emprendimiento: adopta un emprendedor o emprendedora. Te necesitan más de lo que tú piensas.