Hijos únicos: ¿felices o solos?

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Hijos únicos: ¿felices o solos?

Esta semana tuve la oportunidad de hablar con cinco familias que habían decidido en su matrimonio tener un solo hijo. Al preguntarles a los papás los motivos por los que decidieron tener hijo único, me respondieron: “queremos lo mejor para nuestro hijo y al tener varios no podríamos hacerlo”, “queremos darle todo nuestro cariño y que nada le falte”, “todo nuestro tiempo, amor, dinero y espacio es sólo para él o ella”. Todos concordaron en que era mejor tener un hijo para que no les falte nada y darles todo. A continuación, le pedí permiso preguntarles a sus hijos cómo se sentían el ser hijos únicos, en edades entre 10 a 17 años, y me comentaron: “es lo mejor, todo es mío”, “veo cómo mis amigos se pelean con sus hermanos porque agarran sus cosas y yo no me preocupo de eso”, “tengo mi cuarto, mi ropa, mis juguetes para mí solo”. Entonces, les pregunté: “¿Cuando sean adultos les gustaría tener hijos y cuántos?”. Y la respuesta de ellos fue unánime: “ninguno”. Observé a sus papás cómo abrieron sus ojos sorprendidos y reclamaron: “pero, hijos, queremos nietos”. Y respondieron: “no. Queremos viajar, disfrutar la vida, y los hijos nos quitarán lo que es de nosotros, como el dinero, tiempo y espacio”. 

Estimados lectores, no quiero que mal interpreten, respeto la decisión de cada familia de tener el número de hijos que desean; uno, dos, tres o más hijos. Pero la justificación no es “pocos, porque después no les podemos dar mucho”. Varios estudios indican que familias pequeñas pueden tener mayores gastos que familias grandes. Y la razón es muy sencilla, cuando hay muchos hijos se planean los gastos entre varios; y cuando son pocos, el gasto es igual solamente se reparte entre unos pocos. La revista Forbes realizó un estudio el año pasado concluyendo que las familias de hoy gastan tres veces más en ropa y juguetes de sus hijos que hace 40 años, a pesar que tienen pocos hijos. El slogan que por muchos años invadió los medios de comunicación en México: “Familia pequeña vive mejor”, no es tan cierto si lo tomamos en un sentido económico literal. Hoy las familias que tienen solamente un hijo pueden gastar cantidades enormes en ropa, diversiones, tecnologías, actividades extracurriculares, vacaciones, juguetes para compensar su soledad en casa. Todas las familias que entrevisté crecieron con varios hermanos y su mayor preocupación fue que sus hijos no tuvieran ningún sentimiento de soledad y los llenan de cosas y actividades para que tengan su mente ocupada. 

En mi punto de vista, los hijos únicos deben tener varios momentos de aburrimiento y soledad en sus vidas para que valoren la convivencia con otros seres humanos y no solamente con sus cosas. Me llamó la atención que todos estos chicos apreciaban más su vida narcisista, sus cosas, tiempo y espacio, y menospreciaban la relación humana diciendo: “el otro me quita lo mío”. Claro, tengamos hijos únicos, pero no les hagamos creer que los demás solamente les quitarán sus cosas y libertad. La vida en comunidad es maravillosa y necesaria, aunque tengamos algunos pleitos y diferencias. No enseñemos que el tener es más importante que el convivir. Aprender a amar y recibir amor de los demás es uno de los pilares más importantes de la felicidad. 

@JesusAmayaGuerr 
jesus.amaya@udem.edu