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H.G. Wells, padre de la literatura de ciencia ficción
Sin él seguramente no habría películas como "Star Wars" o "Regreso al futuro" ("Volver al futuro"). Con sus más de cien de libros, H. G. Wells, que hoy 21 habría cumplido 150 años, ayudo a imaginar el futuro a varias generaciones.
"Todos tenemos nuestras máquinas del tiempo. Las que nos llevan hacia atrás son los recuerdos... y las que nos llevan hacia delante son los sueños". Así describió el autor la relevancia de la ciencia ficción en una de sus novelas más conocida, "La maquina del tiempo" (1895).
En sólo seis años, de 1895 a 1901, escribió sus obras más importantes, entre ellas "La isla del doctor Moreau", "El hombre invisible", "La guerra de los mundos" y "Los primeros hombres en la luna".
Muchos de sus libros inspiraron años después a otros clásicos. "Un mundo feliz", de Aldous Huxley, comenzó como una parodia de las novelas de ciencia ficción de Wells. Y el cineasta Orson Wells adaptó "La guerra de los mundos" en una versión radiofónica tan realista que pasó a la historia por haber hecho creer a millones de oyentes que los alienígenas estaban invadiendo la Tierra.
La receta del éxito de Wells era escribir de la forma más creíble posible. Hasta entonces los escritores explicaban todos los acontecimientos fantásticos de sus libros de aventura recurriendo a la magia. Sin embargo, Wells se servía de teorías científicas y sólo se permitía una excepción extraordinaria por cada una de sus historias, por ejemplo la aparición de alienígenas o los viajes en el tiempo.
El padre de la literatura de ciencia ficción predijo muchos de los logros y acontecimientos del siglo XX, como el tanque, el avión, las gueras mundiales, la bomba atómica -un cuarto de siglo antes de la primera fisión nuclear-, una nueva Europa, las casas prefabricadas, la revolución sexual e incluso una forma primitiva de Wikipedia e Internet al que llamó "cerebro mundial".
Herbert George Wells vino al mundo el 21 de septiembre de 1866 en Bromley, un municipio más bien aburrido a las afueras de Londres. Su padre era jardinero pero se ganaba un dinero extra como jugador de cricket profesional y su madre era ama de casa.
"H. G. fue tan malcriado que se convirtió en una mimosa en un invernadero literario. La más leve sombra de desaprobación le provocaba ataques de ira de los que no se libraban ni sus amigos más cercanos". Así le describió uno de sus buenos amigos, el escritor irlandés George Bernard Shaw.
Wells aprovechaba cada oportunidad que se le presentaba para formarse y rápidamente hizo carrera como exitoso contador de historias, algo que le abrió puertas también en lo privado.
"La indignación moral es envidia rodeada de aureola", dijo en una ocasión Wells, que era un mujeriego, para defender su búsqueda del "amor libre". Era bajo y huesudo, con un aburrido bigote y una voz chillona, pero estaba tan lleno de ideas que a menudo las mujeres encontraban irrestible a este "Don Juan de los intelectuales", como le gustaba llamarse a sí mismo.
Así que H.G. Wells entretuvo a la mojigata sociedad británica también con sus aventuras privadas. Casado dos veces, en una ocasión intentó huir con la hija de uno de sus camaradas socialistas y otra vez el padre de una joven le acechó con una pistola cargada en un club privado.
Su relación con la escritora y música Elisabeth von Arnim era tan intensa que rompieron dos veces las camas de un hotel. El escritor nunca sintió vergüenza y siempre fue claro: "Soy una persona muy inmoral. He utilizado a personas que me han amado".
Wells soñaba con una sociedad liberal y se le llegó a considerar un feminista pionero, aunque básicamente le importaba más su propia libertad sexual que el derecho a voto de las mujeres.
Al igual que Bernard Shaw y Bertrand Russell formó parte de la Sociedad Fabiana, un movimiento socialista del que derivaron el Partido Laborista británico y la London School of Economics. Además fue uno de los miembros fundadores de la primera organización británica de derchos civiles, hoy conocida como "Liberty". Visitó a Maxim Gorki, con cuya "querida" tuvo una relación, odiaba la barba de Marx, conoció a Lenin y entrevistó a Stalin.
Quería cambiar el mundo y lo intentaba mezclando en sus libros tendencias científicas con críticas socialistas. En la carta enviada a una amiga aseguró que enmascaró sus profecías como especulaciones sobre vehículos motorizados y calefacción eléctrica, pero que las pensó para socavar y destruir la monarquía, la monogamia y la fe en dios.
El precursor de nuestro presente murió el 13 de agosto de 1946. ¿Quizás fue en realidad un viajero del tiempo de un futuro liberal enviado al pasado para cambiar el curso de la historia?