¿Héroes sin equipo?
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¿Héroes sin equipo?
Crecí en el centro de Saltillo, a unas cuadras del cine Palacio, ahora convertido en una zapatería. Una de las memorias más tempranas y claras que tengo acerca de ir al cine y de la convivencia con mi papá es de un día normal de escuela, en que me invitó a ver “Star Wars” en la función de las siete u ocho de la noche. Debo haber tenido no más de siete años y para mí fue un gran evento. Él y yo –nadie más– caminamos al cine, de noche, compramos palomitas y vimos lo que en aquel entonces pensé era la mejor película que nadie podría hacer. No sólo era lo especial del evento con mi papá; la historia del bien contra el mal, los efectos especiales, el sonido, el vestuario y hasta la música me parecieron únicos. Crecí con la seguridad de que (al menos en las películas) los buenos tienen mejor puntería y los malos siempre pierden. De unos años para acá los mexicanos tenemos cierta razón en empezar a dudar de esa ley universal no escrita y batallamos para entender quién es el bueno de la película, quiénes son sus amigos, quiénes se supone que eran decentes y ahora son malos.
Casi 40 años después y a 3 mil kilómetros al norte del cine Palacio, fui con mi hijo de 12 años a ver la última película de los “Avengers”. Él y yo, nadie más. Los personajes de Marvel nos dieron más de dos horas de buen entretenimiento, efectos especiales “ligeramente mejores” a los de “Star Wars” de los 70, diálogos simpáticos y una trama y desenlace confusos acerca de si los buenos siempre ganan. Independientemente del mensaje del bien contra el mal, del rol de un superhéroe, del destino del universo, de la labor de equipo que aun los héroes necesitan, y del buen rato que pasé junto mi hijo, me llamó la atención algo que rara vez sobresale en una película: los créditos al final.
Me explicó mi hijo la tradición de Marvel; después de los créditos finales hay una escena sobre la siguiente película. Eso motiva a la gente a quedarse y esperar a que acaben los créditos. Ahí fue que confirmé lo que implica planear y ejecutar un proyecto de gran alcance. Se necesita no solamente presupuesto, que en el caso de esta película se ubica por encima de los 300 millones de dólares, sino un equipo enorme de gente que bajo un mismo objetivo se alinea al proyecto y se pone bajo las órdenes de un director que tiene claro su plan. Los créditos de “Avengers: Infinity War” listan cientos de nombres de personas de distintas nacionalidades y diferentes especialidades, desde los actores que cobran millones de dólares hasta los encargados de alimentar a los camarógrafos.
En estos tiempos que tratamos de identificar al superhéroe, al experto o al mesías que le encargaremos el manejo del País por seis años, conviene revisar que en el mundo real no hay superhéroes de película, es más, ahora ya hasta en las películas los superhéroes tienen que hacer equipo para poder competir con los malos. No hay una persona que por sí sola nos vaya a “salvar” o a “resolver” el futuro. Se vuelve muy importante que pongamos atención a los créditos, a aquellos que vienen en el paquete con ese que vemos como líder. ¿A quién trae atrás, cuántos, en qué áreas? ¿Son bien intencionados, tienen trayectoria, saben lo que hacen, nos han traicionado antes, han cambiado suficiente, no son infiltrados de Thanos o de Darth Vader, saben seguir órdenes, tienen el bien de la mayoría en mente? La respuesta tal vez no nos guste y acabemos desencantados de cualquier forma, pero el ejercicio es necesario en un país que aspira a mucho más.
@josedenigris