Hacía una visión plural del matrimonio
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Hacía una visión plural del matrimonio
En su libro “Sapiens, de animales a Dioses: una breve historia de la humanidad”, el historiador de origen israelí Yuval Noah Harari expone con gran solidez que el ser humano es el único ente en la tierra capaz de crear constructos intelectuales que nos ayuden a cooperar, por ejemplo, los mercados, las normas jurídicas, las instituciones sociales, la democracia, los derechos humanos o las ideologías.
Es decir, ninguno de estos conceptos existe objetivamente en la naturaleza. No hay leyes fundamentales que nos indiquen la inevitabilidad de la democracia o del capitalismo. Sólo se tratan de ideas que el hombre formó para facilitar la intercomunicación y el logro de objetivos comunes.
Por ende, el matrimonio no puede ser visto más que como un constructo social, que desarrollamos los hombres a partir de ideas e introdujimos al marco legal.
Pero las ideas no son inmutables; cambian con el tiempo, de hecho, las ideas que no se logran adecuar a los nuevos contextos corren el peligro de perder vigencia o de ser suplantadas por nuevas.
En dicho tenor, las uniones entre personas del mismo sexo son una realidad. Algunos tratarán de eludirla, pero lo cierto es que cada vez son más personas las que las aceptan como algo regular, al grado que en varias demarcaciones ya se permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, con las mismas implicaciones jurídicas que el de las parejas heterosexuales.
Este hecho ha generado la reacción de una parte de la sociedad, que ha salido a las calles en defensa del matrimonio como una institución que se basa entre la unión del hombre y la mujer, pero no se dan cuenta de que el matrimonio es un concepto que ha evolucionado a lo largo del tiempo y que no existe ningún límite objetivo que impida que dicho término se utilice para definir la unión legal entre cualquier tipo de pareja, sin importar el sexo de sus integrantes.
Es decir, que no existe ningún límite racional que nos impida como sociedad, ampliar el alcance del concepto y reformar las leyes para incorporar dichos alcances. Ya que de hecho, es la tendencia que se ha dado en los últimos años.
Dar marcha atrás a la nueva forma de entender a la familia o al matrimonio nos llevaría al absurdo de reconocer que hay algunos miembros de la sociedad que tienen mejores derechos que otros y que además la esfera de los derechos de los mismos es tan amplia que permite limitar los derechos de los demás. Es decir, no sólo deciden lo que es bueno para ellos mismos, sino que además pueden imponer pautas de comportamiento moral a los demás con base en su propia ética.
Quienes hoy se manifiestan en las calles en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo tienen todo el derecho de hacerlo, pero de igual forma, quienes consideramos que se trata de un derecho que muchos ciudadanos se han ganado, podemos hacer lo propio y argumentar en defensa de una concepción más amplia e incluyente tanto del matrimonio, como de la familia.
@victorsanval
victorsanval@gmail.com