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Hace 27 años apuñalaron a la tenista Mónica Seles ¡en pleno partido!
Hace 27 años el mundo cambió para la tenista Mónica Seles, así como para el deporte blanco en general. El viernes 30 de abril de 1993 su vida dio un giro de 180 grados, luego de ser apuñalada en el Torneo de Hamburgo por un fanático de la tenista, Steffi Graf.
Seles era una estrella en ascenso. Tenía 20 años y ya había ganado ocho títulos de Grand Slam. Sin duda estaba en camino a convertirse en una leyenda.
Era la mejor tenista del momento. Había destronado a Graf, que no sabía que tenía un fanático que detestaba los triunfos de Seles y se propuso detenerlos.
Ese 30 de abril, durante el partido entre Seles y la búlgara, Magdalena Maleeva, Günther Parche se acercó a Seles durante un receso y con un cuchillo de cocina de 12 centímetros le apuñaló la espalda.
La sangre comenzó a fluir en el cuerpo de la tenista, estuvo a cinco centímetros de quedar paralítica tras ese siniestro.
"Mónica ha tenido suerte. Ni el pulmón ni el omoplato han sido dañados. Solo ha resultado herido un músculo. Ella todavía está en shock y permanecerá en observación", fue el parte médico del Hospital Universitario Eppendorf de Hamburgo, donde fue trasladada Seles.
Mónica Seles salió adelante, pero nunca pudo despojarse de ese día. Luego de la agresión, los médicos diagnosticaron que estaría inactiva durante tres meses. Pero la jugadora volvió a jugar en agosto de 1995. Ganó 21 títulos más, incluido el Abierto de Australia en 1996, pero ya nunca volvió a disfrutar.
Seles tuvo ataques de ansiedad y depresión.
"Me apuñalaron en una cancha de tenis, delante de miles de personas. Eso cambió mi carrera de forma irreversible y me dañó el alma . Una fracción de segundo me convirtió en otro ser humano", reconoció.
Por su parte, su agresor vive en un asilo psiquiátrico en Turingia, Alemania.
La extenista radica en Estados Unidos, está casada con el empresario, Tom Golisano y no tiene hijos.
No se sabe hasta dónde hubiera llegado Seles si no hubiera ocurrido el intento de homicidio. Pudo ser la tenista más exitosa de la historia, pero un loco aficionado frenó su destino.