Hablemos de Dios 37

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Hablemos de Dios 37

Nunca he tenido dinero. Salvo para pasarla bien. Tan bien, que todo el dinero que he tenido en mis manos lo he regalado, dilapidado. Eso de ser magnate no se me dio en mi vida. El ábaco del avaro jamás se me ha dado. De joven, poco; ahora de viejo, menos. Tal vez tenga una enfermedad congénita que me ha hecho repeler los fajos de billetes en mi existencia. Pero ojo, claro que me gusta el dinero. El dinero como vehículo y puente para lograr un fin. En mi particular caso, necesito el dinero y lo busco para varios fines.

Por lo general, y repasando mi existencia para escribir esta columna, necesito el dinero para pocas cosas: viajar, comprar libros y discos, alagar a las musas de buen ver, ayudar cuando puedo al jodido (aunque usted no lo crea, lector, hay gente más jodida que yo y necesitan ayuda. Como ejemplo le platico lo siguiente: hace un año y medio le pagué el parto a una amiga. Ella, como buena lady enamorada, se embarazó de su novio que ni se quiso casar con ella y menos hacerse cargo del parto. El joven veinteañero no lee las leyes perfectas de Coahuila. Como era de alto riesgo la cosa, la señorita enamorada era un mar de llanto. Su familia le volteó la espalda. ¿Qué hacer? Pues no la iba a dejar sola o morir por falta de atención adecuada. Le estuve pagando en difíciles abonos una clínica particular donde al final tuvo a su niño. Para acabarla de amolar, el bebé nació con ciertas insuficiencias de salud. Pero al final, Dios le dejó al bebé a mi amiga. No fue poca lana, por lo demás. Fin); necesito dinero periódicamente para pagar la renta, servicios…

Pero eso de atesorar harta lana como Humberto Moreira y su equipo, pues no, no se me ha dado. Insisto, ha de ser una incapacidad, una idiotez o tara manifiesta de mi parte, pero así soy, qué le vamos hacer. ¿Para qué tener diez chamarras como Humberto Moreira de 37 mil pesos si nada más tengo una espalda? Todo, todo viene a cuento porque hoy y en la siguiente columna abordaremos someramente qué idea tenían Dios y el maestro Jesucristo sobre el patrimonio, sobre la riqueza, sobre la abundancia de cosas materiales. Qué idea tenía el Cristo sobre el dinero.

El 15 por ciento de todas las palabras y dichos de Jesucristo en el Nuevo Testamento tienen que ver con el dinero y las posesionas materiales. Y ojo, habla más de ello que, por ejemplo, del cielo y el infierno. Resulta elocuente una vieja anécdota de un comediante norteamericano, Richard Pryor, quien luego de sufrir un grave accidente y estar en cama, apareció de nuevo en un show televisivo y le dijo al entrevistador: “Todo lo que yo podía pensar fue en llamar a Dios. No llamé ni una sola vez al Banco de América”.

Esquina-bajan

En Mateo 6:21 se lee: “Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”. El dinero no es el diablo, hay que utilizarlo bien; si lo tenemos, pues hay que administrarlo. Pagar deudas, servicios, etcétera. Igual en Mateo se lee la siguiente anécdota: “Cuando llegaron a Cafarnaúm, fueron a Pedro los que cobraban el impuesto del templo y dijeron: ¿Vuestro maestro no paga el impuesto del templo? Él dijo: sí…” ¿Ya vio? Jesucristo sería muy hijo de Dios, muy Mesías y toda la cosa, pero pagaba sus deudas.

Volvemos a Mateo con aquellas famosas palabras que usted ya ha leído más de una vez: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. (6. 19-21. 24). El problema es que nadie sigue estas enseñanzas. Esto de la lana y las riquezas es una adicción. Quien tiene dinero, tiene poder y quien tiene más lana, puede tenerlo todo: poder económico y poder político. Por esto, nadie osa dejar colgado en el teléfono a Carlos Slim (maneja un flujo de dinero e inversión por el orden del 3.14 por ciento del PIB nacional en su área), José Antonio Fernández (0.78 por ciento), Ricardo Salinas Pliego (4.39 por ciento), Francisco Agustín Coppel (15.36 por ciento)…

Seamos francos, ¿usted cree que tipos como los Bringas, Azcárraga, Moreira, González Moreno, Losada Moreno van un día a cumplir las siguientes palabras del maestro Jesucristo? “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven, sígueme…” (Marcos 10:21). Ahora bien, ¿a ellos les preocupa pasar como un camello por el hoyo de una aguja? Ni les preocupa ni les viene ni les va, señor lector. Por eso este País es un país de jodidos, de pobres. En la medida de sus posibilidades, usted haga lo contrario: ayude al menesteroso. El dinero es un puente, un vehículo para regalar bendiciones a su alrededor.

Letras minúsculas

“Dad y se os dará…” (Lucas 6:38). Si usted ya tiene, pues de un poco. Sólo un poco. Al final de su vida, nada se llevará al otro mundo. Apenas iniciamos.