Gustavo Adolfo Bécquer; el romántico tardío

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Gustavo Adolfo Bécquer; el romántico tardío

A 180 años de su nacimiento recordamos al escritor sevillano que se convirtió en una de las principales piezas del romanticismo

A Bécquer le gustaba repetir la frase de Lamartine que dice que “no hay mejor poesía que aquella que no se escribe”, quizá en ella encontró el alivio para aquellas Rimas Breves en las que raudo depositó la belleza que hubiera deseado verter en extensos poemas.

Su verdadero nombre era Gustavo Adolfo López Bastida y nació en Sevilla el 17 de febrero de 1839, sin embargo adoptó el apellido materno de su papá.

El padre de Gustavo Adolfo fue un pintor muy estimado en Sevilla cuya familia había emigrado años antes a España y su hermano, quien también era pintor, realizó el cuadro más famoso del autor.

A la edad de 10 años murió su padre y a los 11 su madre, por lo que tras vivir en un orfanato, se mudó a casa de su madrina quien poseía una biblioteca de la cual el futuro poeta pronto se volvió usuario.

Sin embargo no sería hasta luego de no prosperar en su estudios de Náutica que comenzaría a plasmar con sus letras un drama y una novela en compañía de su amigo Narciso Campillo.

En 1850, Bécquer se hizo aprendiz de un pintor y un par de años más tarde inició su estudios formales de pintura en el taller de su tío Joaquín, pero cuando cumplió los 18 años abandonó los pinceles y se trasladó a Madrid, donde empezó a ejercer las letras activamente.

Fue en 1885 que comenzó a hacer ‘ruido’, tras dedicarle un poema a Quintana, gran figura de la ilustración española, y realizó la fantasía ‘Corona de Oro’.

Continuó colaborando con sus amigos, escribiendo con García Luna la comedia de ‘El novio y el pantalón’ y la zarzuela ‘La venta encantada’.

En el auge de las páginas literarias de los periódicos, Bécquer llegó a publicar en ‘El Contemporáneo’, ‘El Mundo Universal’, ‘El Porvenir, ‘ La España Artística y Literaria’, ‘La Iberia’ y ‘La ilustración de Madrid’.

Fue hasta 1958 que logró publicar la quinta entrega de ‘Historia de los Templos de España’ y aunque contrajo una grave enfermedad, durante el mismo año colocó ‘El Caudillo de las manos rojas’.

La vida de Bécquer fueron largos períodos de penurias amorosas y económicas. Julia Espín lo rechazó y Elisa Guillén lo abandonó (penas que lastimosamente reflejó en sus poemas), mientras que en 1864 consiguió un puesto gubernamental como censor de novelas, lo que aliviaría su situación económica.

Fue así hasta 1868, un año complicado para el poeta pues su esposa Casta le es infiel, su libro de poemas desaparece en medio de disturbios revolucionarios por lo que tiene huir a Toledo, nace su tercer hijo y se corre el rumor que es del amante de Casta.

El bajo ánimo de Bécquer coincidió con una recaída en la tuberculosis que se fue agravando y terminó muriendo el 22 de diciembre de 1870 a la edad de 34 años, coincidiendo con un eclipse de sol. 

La obra de Bécquer surgió en una época donde el realismo estaba en su auge en España, sin embargo sus características la mantienen en el limbo de la cronología literaria, ya que mientras unos insisten en llamarlo romántico, los demás lo denominan post romántico.

Para el poeta las rimas eran el móvil para intentar comunicarse con una profunda belleza acompañada con musicalidad y una aparente simpleza formal en los versos, que hacían evidente el interés en la lírica alemana de Bécquer.

El español se negó a usar cualquier artificio retórico ya que deseaba que la forma de sus líneas naciera de su contenido y que la inspiración y la razón fueran evidentes en ella.

Entre 1858 y 1964 publicó sus ‘Rimas y Leyendas’ es un conjunto de narraciones publicadas en ‘El Contemporáneo’ y ‘La América’, y probablemente la obra más conocida del poeta junto a ‘Las Golondrinas’.

Estas son narraciones de carácter íntimo que evocan al pasado histórico con una fuerte carga inverosímil de situaciones y seres fantásticos e insólitos. 

Algunas de estas narraciones, por ejemplo, llevan nombres como ‘El Gnomo’, ‘El Monte de las Ánimas’, ‘La Rosa de la Pasión’, ‘Creed en dios’ y ‘La cruz del Diablo’. 

El poeta Núñez de Arce llamó despectivamente a las rimas ‘suspirillos germánicos’ siendo esta sólo una muestra del desprecio que la obra de Gustavo Adolfo recibió en su tiempo. 
Sin embargo influyó notablemente en poetas del siglo XX como Antonio Machado o Rafael Alberti. 

El dato
> Entre 1858 y 1964 publicó sus ‘Rimas y Leyendas’ es un conjunto de narraciones publicadas en ‘El Contemporáneo’ y ‘La América’, y probablemente la obra más conocida del poeta junto a ‘Las Golondrinas’.