‘Guerra’ México-EU: víctimas de ambos lados
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‘Guerra’ México-EU: víctimas de ambos lados
"Creo que tanto en los Estados Unidos como en México se está creando un sentimiento nacionalista, que al final sólo dañará a los negocios y los mismos consumidores en ambos lados de la frontera, y no a los políticos y líderes de Gobierno”.
La frase corresponde a una declaración realizada por Felipe García, vicepresidente del programa de promoción turística “Vamos a Tucson”, luego de que se reconociera un descenso de alrededor del 20 por ciento en las ventas por parte de las tiendas que se ubican en las ciudades fronterizas del Estado de Arizona, debido al “efecto Trump”.
No es una noticia nueva, sino la reiteración de un dato del cual hemos tenido conocimiento largamente: en la frontera entre México y los Estados Unidos existe una interdependencia económica muy fuerte cuyo equilibrio puede alterarse fácilmente y tiene consecuencias relevantes para los habitantes de ambos lados de la línea divisoria.
O, para decirlo en otras palabras, se trata de la reiteración de uno de los peores cálculos que puede hacer cualquier individuo, grupo o nación que decide entrar en ruta de colisión con sus vecinos o con otras naciones del mundo: creer que los saldos negativos de tal hecho sólo serán padecidos por quienes se ubican del otro lado de la mesa.
Nadie ha llamado abiertamente a la realización de un boicot mexicano en la frontera, pero el señalamiento de los comerciantes de Arizona es una buena muestra de lo que viene, si persiste la política de agresión del Presidente de los Estados Unidos hacia nuestro País: nosotros vamos a sufrir, por supuesto, pero también muchos integrantes de la sociedad estadounidense, comenzando por las comunidades fronterizas.
No se trata, es importante decirlo, de volvernos arrogantes frente a tal realidad y creer, a partir de ello, que nosotros tenemos la sartén por el mango, porque no es así. Se trata solamente de llamar la atención respecto de que, por muy poderoso que seas, no puedes tratar con desdén a un país al cual decidiste convertir en rival en lugar de mantenerlo como aliado.
Los Estados Unidos –sus habitantes, por supuesto– deberán entender que los mexicanos no estamos subordinados a sus caprichos, de la misma forma que ellos no lo están a los nuestros. Deberán comprender que hemos sido socios largamente y que esa sociedad ha sido mutuamente conveniente para ambas naciones y por ello deberíamos esforzarnos, ambas partes, por proteger, preservar y consolidar dicha sociedad.
Nadie ganará todo ni perderá todo en esta confrontación y lo que sí puede augurarse desde ya es que en los dos lados del conflicto habrá víctimas. Por eso justamente es que se trata de una confrontación absurda e inútil a la cual convendría ponerle fin antes de que inicie siquiera.
Esperemos que las voces sensatas que existen en México y los Estados Unidos se vuelvan lo suficientemente persuasivas como para obligar a rectificar a quien, por lo menos hasta ahora, pareciera dispuesto a dinamitar la relación bilateral incluso a costa de su propia comunidad.