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Guardiola regresa al Cam Nou ahora con el City
Guardiola contra el Barcelona por segunda vez. Un año y medio después de acudir al Camp Nou al frente de un Bayern al que Messi desarboló cuatro semanas antes de levantar la Champions en Berlín, el entrenador catalán regresa al mando del Manchester City.
Distinto al campeón alemán, el City que proyecta Guardiola ofrece más similitudes con el Barça que tuvo a sus órdenes y que aún deja traslucir Luis Enrique. Ha cambiado a Müller por De Bruyne, disfruta con David Silva, se apoya en Fernando y tiene en Agüero a su, salvando las distancias, Messi particular. El Kun mantiene su electricidad y su magia en ataque pero con Pep ha dado un paso al frente en lo que a intensidad defensiva se refiere.
Sin ser un prodigio, el crack del City ha tomado buena nota de las exigencias de su entrenador “y, ya automáticamente, voy directo a presionar al central porque me pide eso”.
La variación entre este Man. City y el de Pellegrini estriba, más allá de la indiscutible estima ofensiva, en el espíritu colectivo en el momento de la recuperación, de la presión, la defensa adelantada y lo que en su día instaló como una clave para entender al Barcelona: ‘los seis segundos’.
El tiempo que exigía Guardiola a sus delanteros en la persecución de la pelota controlada por la zaga contraria, el tiempo necesario para adelantar todas las líneas e intentar esa recuperación en terreno contrario para volver a tener el balón. Del “si tú tienes la pelota el rival no puede marcarte un gol” de Cruyff al “si les quitamos la pelota en su campo tenemos mucho ganado” de Guardiola, de la actualidad, han transcurrido más de veinte años en lo que se entiende la evolución de la idea que se instaló en el Barcelona y que el entrenador catalán trasladó primero a Múnich y ahora pretende idealizar en Manchester.
Lo hace, el City, con futbolistas que recuerdan mucho más a quienes tuvo en el Camp Nou.
Silva, De Bruyne, Sterling, Sané, Gundogan, Nolito o Agüero han tomado el relevo de los Müller, Lewandowski, Coman o Vidal. Curiosamente, echando la vista atrás, Götze, señalado como un innegociable en el sistema, acostumbró a ser el señalado en Múnich por Pep, quien ahora en Manchester, sin pausa, trabaja a toda velocidad para convertir a su nuevo equipo.
Falta por descubrir si, como hizo en mayo de 2015 dirigiendo al Bayern, da un paso atrás consciente del riesgo que significa achuchar a Piqué intuyendo que un balón largo lo conviertan Suárez, Neymar o Messi en una transición supersónica y mortal de necesidad o, fiel a lo que ha mostrado en sus primeros meses en Inglaterra, mantiene su apuesta en los Citizens.
Guardiola, el entrenador más laureado que dirigió nunca al Barça, regresa al Camp Nou por segunda vez como rival. Los sentimientos encontrados volverán al primer plano entre los nostálgicos y los desmemoriados. Quienes mantienen a Pep en el altar de forma nnegociable y quienes, ante ello, mantienen que su etapa acabó convirtiendo al Barcelona en un equipo tan previsible que Luis Enrique lo ha mejorado.
Es una discusión al margen e instalada en la realidad guerrera del barcelonismo. Es otra historia.