Guadiana no es Cagancho; imposible transformación con tanto lastre

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Guadiana no es Cagancho; imposible transformación con tanto lastre

Don Daniel Cosío Villegas fue el gran crítico del régimen revolucionario en el siglo pasado. Fue en 1947 cuando, al publicar su ensayo “La Crisis en México”, sugirió el fracaso de la Revolución. Tiempo después don Daniel llegó a la conclusión de que la única alternativa que podría cambiar a este País sería un régimen emanado de una escisión del PRI, como bien pudo ser la opción de Cuauhtémoc Cárdenas, frustrada con la “caída” del sistema de Manuel Bartlett en 1988, o la actual alternancia de Andrés Manuel López Obrador donde la paradoja notoria es que el mismo Bartlett lleva un papel preponderante.

Pero el gran cambio tan esperado de una cuarta transformación del tamaño de la Independencia, la Reforma y la Revolución se está convirtiendo en algo muy complicado y no se vislumbra cómo, por consenso y en armonía, con abrazos y sin balazos, pueda ocurrir esa gran revolución.

El pesimismo de este columnista –y disculpe usted la abismal comparación– es similar al que Cosío Villegas manifestó en su momento por el antiguo régimen. Y es que, en pleno festín alemanista, don Daniel consignó: “Los movimientos de Independencia, el de Reforma y el de la Revolución, quisieron mejorar la suerte de los mexicanos, pero la situación presente –remachó– es para morir de vergüenza”.

Lo anterior fue un desafío brutal a Miguel Alemán que tenía de su lado al Congreso, al Poder Judicial y a todos los gobernadores del País y aunque su intención no era transformar sino robar, como tenía el País en sus manos también logró algunos cambios, asunto que motivó una avalancha de refutaciones contra Cosío y en defensa del Presidente, incluyendo la del marxista intachable Narciso Bassols, muy superior a Porfirio Muñoz Ledo.

¿Y en esta pretensión de cambio actual quién apoya al presidente López Obrador? Es lamentable decirlo, pero hoy tenemos que hasta los mismos beneficiarios de su triunfo lo refutan. Gobernadores como el corcovado Cuauhtémoc Blanco y Jaime Bonilla, el republicano del difunto John McCain. Empresarios como Ricardo Salinas Pliego. Los ediles maletas de Morena en todo el País. Legisladores como Elisa Villalobos, Santana Guadiana, Porfirio y Lilly Téllez. Oportunistas como León Bartlett y Reyes Flores. La crema y nata de la 4T.

Y disculpe usted, pero es imposible una transformación con ese lastre. Basta con ver al senador Santana Guadiana queriendo hacer al Montesquieu oponiéndose a las iniciativas de AMLO.

Y es que Guadiana hace el ridículo cuando pretende partir plaza como Cagancho, argumentando la separación de poderes, siendo que a su mozo de verduguillos, al senador Reyes Flores, lo tiene de florero representando a AMLO en Coahuila. ¿Separación de poderes, don Cagancho?

Y han de disculpar de nuevo la necia comparación: así como Cosío fue pesimista con la Revolución, este columnista lo es ahora con la 4T. Dirán que el suscrito es un cuerpo opaco y que no irradia luz, lo cual es muy cierto, como cierto es que Santana Guadiana carece de la gracia y la figura para poder, algún día, partir plaza en Coahuila como primera figura del poder.

Y es que Santana olvida dos cosas importantes: que no es gitano como el gran Cagancho y que de gracia carece hasta para un Almagro. Vale.