Usted está aquí
¿Grasa, joven?: Oficios de la ciudad
Édgar Alejandro Cárdenas Martínez ya se ha convertido en un conocido personaje en el ámbito magisterial. Con 17 años ininterrumpidos, ahí, justo frente al edificio de la Sección 5 del SNTE, ha boleado los zapatos de exgobernadores, exalcaldes, turistas de varios países y, obviamente, de miles de profesores.
A los 17 años, allá por el año de 1986, inició a lustrar los zapatos de los parroquianos de prácticamente todos los bares y cantinas del primer cuadro de Saltillo y desde entonces, con más altas que bajas, como refiere, de eso ha vivido y ha mantenido a su familia.
“Aquí llegué el 17 de junio de 2002, ya cumplí en este punto 17 años con 2 meses, más o menos, pero toda mi vida me he dedicado a la boleada”, aclaró.
Sus primeros 16 años en esta actividad, de 1986 a 2002, se los pasó trabajando en cantinas, alternando también con días en el Mercado Juárez, donde rentaba las sillas para trabajar.
“Así me la pasé muchos años, trabajando en las cantinas y luego en el Mercado Juárez, con altas y bajas, como sucede siempre, hasta que se llegó la oportunidad de venirme a este punto (Sección 5), donde me he establecido”, indicó.
Édgar Alejandro recordó que en un inicio se ubicó en la esquina de Emilio Carranza y Juan Aldama, para meses después moverse unos 20 metros para instalarse justo frente a la sede sindical del SNTE, Sección 5, pues en la ubicación inicial constantemente su puesto era saqueado.
Señaló que aunque muchos de sus clientes son profesores, trabaja para todo tipo de personas, incluso extranjeros que han visitado Saltillo por negocios o turismo.
“Y pues ya cumplí 17 años aquí, donde me ha tocado bolearle los zapatos a gente que va desde taxistas y choferes de combis hasta a gobernadores y alcaldes”, expresó con un dejo de orgullo el hombre de 47 años de edad y cabellera larga.
“Aquí le he boleado los zapatos al gobernador Humberto Moreira, al ‘Diablito’ Fernando de las Fuentes, cuando era Alcalde, aquí también vino a bolearse; he boleado gente de España, de Brasil, de la India, doctores cubanos…”, presumió.
Mientras saca brillo al calzado de un cliente, recordó que al llegar a su punto actual de trabajo, una boleada “normal” (sin tinta) costaba 7 pesos, mientras que actualmente ya cuesta 20 pesos, tarifa que le es señalada por el gremio sindical al que pertenece.
Finaliza diciendo que su trabajo es importante, pues implica que las personas se vean bien, dándolo brillo a su calzado en actividades que para ellos son importantes simplemente por mantener una buena imagen.