‘Grandiosas’ y el protagonismo femenino en la historia

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‘Grandiosas’ y el protagonismo femenino en la historia

“Una de las grandes ausencias de la historiografía en México es reconocer el papel de la mujer en los sucesos que marcaron y definieron nuestra identidad”. Esta es la sentencia introductoria y la razón por la que se acaba de editar “Grandiosas. Ensayos sobre género e historia de las mujeres en Torreón”, un libro a través del cual la periodista Adriana Vargas Flores y el politólogo e historiador Carlos Castañón Cuadros, reivindican el protagonismo femenino en diferentes escenarios de la historia, tanto local como estatal y nacional. Carlos, quien además es el director del Archivo Municipal de Torreón, ejemplificó la añeja deuda con un dato lapidario: 8 de cada 10 calles bautizadas como algún prócer o personaje relevante, corresponden a nombres masculinos. Algunas excepciones, y que también pueden verse en calles de muchas ciudades del país, son los nombres de Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez “La Corregidora”, Sor Juana Inés de la Cruz, Sara Pérez de Madero o Carmen Serdán. El título del ensayo que aborda este tema no puede ser, tristemente, más preciso: “Invisibles en la historia, invisibles en las calles”.

Otro tema que se expone también en este encomiable trabajo de investigación, es el testimonio y la memoria de las primeras mujeres policías, un asunto muy escasamente explorado en el ámbito local. En la Ciudad de México, por ejemplo, numerosas investigaciones han documentado la existencia, ya desde 1929, de la “Compañía de Policía Femenil”, integrada por una cincuentena de mujeres gendarmes que lucían uniformes de falda blanca, blusas azul marino y sombreros de fieltro negro, portaban su placa y empuñaban bastones. Al año siguiente, en 1930, se conformó el “Cuerpo de la Policía Femenil de la Ciudad de México” y otro grupo llamativo fue el que se creó en 1969, llamado “Cuerpo Femenino de Vigilancia y Protección” que se dedicaba a hacer guardias en sitios públicos como el Bosque de Chapultepec o La Alameda Central. Pero, insisto, a nivel regional este tema se ha investigado muy poco y en las páginas de ”Grandiosas” es posible recuperar los nombres y vivencias de algunas de las primeras mujeres policías de Torreón, que comenzaron a engrosar las filas de la corporación apenas a partir de 1985. De inicio, las mujeres policías no portaban armas y llegaban a acumular más de 10 horas diarias de vigilancia callejera, tanto a pie como en bicicleta, en sitios como La Alameda Zaragoza, el Bosque Venustiano Carranza, la Plaza de Toros, el centro de la ciudad y algunas escuelas públicas.

Dicho sea de paso, actualmente la situación de las mujeres policías en México sigue siendo sumamente retadora. El año pasado la organización Causa en Común publicó el estudio “Ser mujer policía en México” donde se consignaba que un 50% de las mujeres consideran que existe discriminación al interior de sus corporaciones, un 68% recibió comentarios lascivos u ofensivos, el 18% recibió directamente solicitudes sexuales y un 1% reportó haber sufrido intentos de violación. Este tipo de situaciones se han documentado en el país, incluso a través de los medios de comunicación de la época, desde las primeras integraciones de mujeres a los cuerpos de seguridad pública.

Un nombre que recientemente cobró relevancia nacional es el de Hermila Galindo, revolucionaria, maestra y activista originaria de Lerdo, Durango, cuya imagen fue incluida en el nuevo billete de 1000 pesos, junto a Carmen Serdán y Francisco I. Madero. Su legado y activismo en pro del reconocimiento de los derechos de la mujer también está consignado en uno de los ensayos del libro. 

Enhorabuena entonces por la publicación de “Grandiosas”, un libro que nutrirá el acervo histórico no sólo de la Región Laguna, sino del país y que además significa el recordatorio de que la historia seguirá siendo escrita también, y de forma preponderante, por mujeres.

MANUEL SERRATO


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