Gran Buda de Leshan, un gigante en peligro

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Gran Buda de Leshan, un gigante en peligro

El Gran Buda de Leshan, una gigantesca estatua excavada en la roca de una montaña del suroeste chino, es uno de los mayores monumentos de la antigüedad, uno de los más desconocidos y uno de los que más peligro corren.

El Gran Buda de Leshan, con 1,300 años de antigüedad, lucha por sobrevivir a los elementos y la contaminación,  que cada vez más afectan a la delicada piedra arenisca que le da forma.

Con 71 metros de altura y situado en la ciudad de Leshan (provincia de Sichuan), el Gran Buda es a la vez la mayor estatua antigua de todo el mundo y también la mayor representación en piedra de Buda.

Por ello, se ha convertido en una enorme atracción turística, con unos tres millones de visitantes anuales, la gran mayoría de ellos chinos, aunque no faltan turistas de otros países asiáticos budistas, ni occidentales que buscan alternativas a los monumentos más conocidos de China.

Uno de los lados de la estatua tiene una complicada escalera por la que descienden los turistas desde la cabeza hasta los pies. Foto EFE

NOVENTA AÑOS DE TRABAJOS

La estatua tiene un origen casi de leyenda, aunque las autoridades y los historiadores aseguran que es totalmente cierto: en el siglo VIII, en plena Dinastía Tang, un monje llamado Haitong decidió construir una estatua gigante de Buda junto a Leshan, un importante centro de comercio fluvial de la época.

Allí, la confluencia de los ríos Ming, Qingyi y Dadu convertía la ciudad en un punto clave para el tráfico de embarcaciones, pero también muy sensible a los remolinos y las inundaciones que regularmente se cobraban la vida de muchos marineros y habitantes de la ciudad.

Convencido de que en las aguas habitaba un espíritu maligno, Haitong decidió construir una estatua gigante de Buda que lo expulsara y así poner fin a esos problemas.

Tras mucho peregrinar pidiendo limosnas para iniciar la obra, el monje pudo contratar a los primeros maestros de piedra, pero un gobernador avaricioso intentó quedarse con el dinero que el monje había reunido.

Haitong le respondió que antes perdería los ojos que sobornarle con el dinero para una obra divina y, dicho y hecho, se arrancó los ojos con sus propias manos. Horrorizado, el corrupto gobernador renunció a intentar quedarse con los fondos.

Cuando el monje murió fueron otros dos gobernadores y luego el propio gobierno imperial quienes continuaron las obras, que concluyeron en el año 803, tras noventa años de trabajos.

Y ahora, 1,300 años después del inicio de las obras, el Buda sigue ahí, sentado serenamente frente a las aguas con la vista fija en dirección al cercano Monte Emei, cuyos templos le han convertido en uno de los tres lugares más sagrados para el budismo chino.

Contemplar la enorme estatua, con su eterno gesto de inmutable placidez, impresiona al visitante, que puede ver al Buda desde arriba y desde abajo, y también mientras baja por una complicada escalera junto a uno de sus costados, a fin de admirar mejor el gigantismo de la obra.

Como comparación, el Gran Buda es casi el doble de alto que el Cristo Redentor de Río de Janeiro (38 metros) y también mucho mayor que la Estatua de la Libertad de Nueva York (46 metros, sin contar el pedestal). Sobre uno de sus pies cabrían 100 personas.
 
La montaña tiene también varios templos notables, está llena de pequeñas capillas y oratorios tallados en la roca e incluso en una de sus laderas hay tumbas excavadas en la montaña que datan de hace unos 2,200 años.

UN PLAN DE PROTECCIÓN

"Es un tesoro histórico de valor incalculable", aseguró a EFE Huang Xueqian, antiguo responsable de la Oficina de Protección de Patrimonio Cultural de la ciudad, y quien falleció muy poco después de hacer estas declaraciones.

Sin embargo, el asombrado visitante que se planta ante los pies de la estatua la percibe de forma muy diferente a como era originalmente: se ha perdido la pintura inicial, y el desgaste de la piedra en algunas zonas es evidente.

Y es que el Gran Buda sufre muchos problemas de salud, que pueden agravarse si no se atienden de forma rápida y adecuada. La piedra arenisca es muy fácilmente erosionable por el viento y las intensas lluvias de esta húmeda región.

Además, la humedad de la noche y el sol de la tarde (la estatua mira al oeste) producen un efecto continuado de expansión y retracción, que hace que los granos que forman la roca se disgreguen.

Las raíces de las plantas y la contaminación del aire a causa de las industrias de la región afectan también a la roca, y la continua acción de la corriente del río ha dañado su base.

El Gran Buda está al pie de la confluencia de tres ríos y enfrente de la ciudad de Leshan, un destacado centro de tráfico fluvial en el sur de China en la edad antigua. Foto EFE

El monje Haitong había previsto estas amenazas, y ya en aquella época ideó un sistema de drenaje para llevar las aguas de las abundantes lluvias hacia el río y, sobre todo, concibió el Gran Buda con un edificio de madera construido sobre la estatua para protegerlo. Aún se pueden ver en la roca los orificios donde se encajaban los pilares de madera de esa construcción.

Sin embargo, el edificio, de trece pisos de altura, fue quemado durante las invasiones de los mongoles de hace 700 años, lo que ha dejado a la estatua indefensa frente a las inclemencias climáticas durante siete siglos.

En 2002 se realizó un estudio con escáner para determinar la salud del interior de la roca, que descubrió la existencia de al menos diez grietas en la zona baja (plataforma y piernas), por lo que se aumentó y se reforzó la base del monumento.

También se recubrió de cemento la zona que da al río, con el fin de crear una barrera que impidiera que la continua corriente siguiera erosionando la base.

Pero los peligros no acaban ahí, ya que el Buda está junto a una zona de gran actividad sísmica, como lo recordó el gran terremoto que afectó a la provincia de Sichuan en 2008, con casi 70.000 muertos y más de 18,000 desaparecidos, aunque las investigaciones indican que no dañó al monumento.

Huang insistió en que todos estos problemas solo muestran que "es necesario construir una casa" para el Gran Buda, lo que "constituye una opinión generalizada entre los expertos en conservación del patrimonio".

Una pequeña hornacina excavada en la roca ejemplifica el deterioro que sufren las figuras pequeñas, mayor que en el Gran Buda. Foto EFE

Sin embargo, las autoridades chinas no acaban de tenerlo tan claro. El actual responsable de la Oficina de Protección de Patrimonio Cultural de Leshan, Mao Pingge, nos explica que están "debatiendo un plan de protección" aunque todavía "no se ha determinado" que la instalación de un edificio protector sea la mejor solución.

Con mejor o peor salud, el Gran Buda seguirá durante muchos siglos más en Leshan, con su mirada inmutable tallada en arenisca roja. Como reza un viejo dicho de la comarca: "El Buda es una montaña y la montaña es un Buda".

DESTACADOS:

+++ Como comparación, el Gran Buda es casi el doble de alto que el Cristo Redentor de Río de Janeiro (38 metros) y también mucho mayor que la Estatua de la Libertad de Nueva York (46 metros, sin contar el pedestal). Sobre uno de sus pies cabrían 100 personas.

+++ La estatua tiene un origen casi de leyenda: en el siglo VIII, en plena Dinastía Tang, un monje llamado Haitong decidió construir una estatua gigante de Buda junto a Leshan, un importante centro de comercio fluvial de la época, convencido de que en las aguas habitaba un espíritu maligno.

+++  1,300 años después del inicio de las obras, el Buda sigue ahí, sentado serenamente frente a las aguas con la vista fija en dirección al cercano Monte Emei, cuyos templos le han convertido en uno de los tres lugares más sagrados para el budismo chino.

Por Rafael Cañas/EFE-Reportajes