Geert Wilders, el excéntrico provocador que ha sacudido la política neerlandesa
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Geert Wilders, el excéntrico provocador que ha sacudido la política neerlandesa
Por ALISSA J. RUBIN
Quiere acabar con la inmigración de países de mayoría musulmana, cobrar impuestos por el uso del hiyab y prohibir el Corán. Tiene algo de herencia indonesia pero se pinta el cabello de rubio brillante. Es omnipresente en las redes sociales, pero vive como fantasma político bajo protección policiaca; rara vez hace campaña en persona y según informes, duerme en un lugar distinto cada noche.
Estructuró su partido de tal manera que él es la única autoridad, lo que le otorga control total, así como el privilegio de ser un lanzabombas verbal, provocador e inflexible.
Geert Wilders, un icono de la extrema derecha, es un político europeo inusual. Para empezar, viene de los Países Bajos, una de las naciones europeas más liberales, con una tradición centenaria de promover la tolerancia religiosa y dar la bienvenida a los inmigrantes.
Los resultados que él y su partido obtengan en las elecciones del 15 de marzo bien podrían ser una señal de los posibles resultados que tendrá la extrema derecha en las cruciales elecciones de Francia, Alemania y quizá Italia. Y, en última instancia, podrían determinar el futuro de la Unión Europea. Wilders (que se pronuncia Víl-ders) ha prometido exigir un referendo sobre el “Nexit”, es decir, si los Países Bajos deben seguir el ejemplo del Reino Unido y separarse de la Unión.
“Los Países Bajos son pioneros; muchas tendencias se manifiestan aquí primero”, dijo Hans Anker, un estratega político neerlandés.
“No descartaría que Wilders se convirtiera en primer ministro”, añadió. “Esta vez es esencialmente impredecible”.
Wilders, de 53 años, ha logrado construir un movimiento a pesar de que sus apariciones públicas son infrecuentes. Vive bajo amenaza desde que la policía descubrió planes en su contra en 2014. Eso lo ha convertido en un político adelantado a su época, que ha usado el internet y después las redes sociales para dirigirse a los votantes sin el filtro de los periodistas.
Se describe a sí mismo como ajeno a la política tradicional, aunque es de los tres legisladores que más tiempo llevan en el parlamento y ha estado en la política neerlandesa desde sus 28 años.
Actualmente, el partido de Wilders se apresta para ganar más escaños que cualquier otra agrupación o para ocupar el segundo lugar. Sin embargo, históricamente ha tenido mejores posibilidades en las encuestas que los resultados en las elecciones. Aun así, después de que los encuestadores subestimaron la posibilidad tanto del brexit como de la victoria de Donald Trump el año pasado, nadie confía en las predicciones.
Sin embargo, el hecho de que el partido de Wilders gane la mayoría de los votos es lo que menos importa. Ya ha tenido éxito en una de sus mayores ambiciones: llevar la política neerlandesa hacia la derecha e iniciar el diálogo sobre mayores límites a los inmigrantes y el desmantelamiento de la Unión Europea, lo cual era impensable hace poco.
Wilders es ideológicamente cercano a Marine Le Pen de Francia, la líder del Frente Nacional, que está decidida a colarse a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales galas este verano. Wilders también fue cercano a la campaña de Trump y a veces incluso lo llaman el “Trump holandés”, aunque su trayectoria política es mucho más larga y comparten tantas similitudes como diferencias.
“Es un político muy estratégico e inteligente”, dijo Sarah de Lange, politóloga de la Universidad de Ámsterdam. “Es muy hábil y bueno para debatir. Usa muy bien a los medios. Internacionalmente lo comparan con Trump, pero con Wilders cada publicación en Twitter es pensada y calculada; Trump es más emocional”.
Al igual que Trump, a Wilders no le da miedo hablar de una manera más directa, divisoria, despectiva y a menudo desdeñosa y grosera. Como también sucede con Trump, muchos de sus seguidores se sienten alentados de que él esté dando voz a lo que ellos no pueden decir o sienten que no deben decir.
Los Países Bajos, con su tolerancia religiosa y relativa prosperidad —el desempleo allí está entre los más bajos de Europa— puede parecer un lugar poco probable para que la extrema derecha tome el control.
No obstante, algunos neerlandeses ven a Wilders como guardián de sus valores sociales.
Harry van Bommel, quien ha sido colega parlamentario de Wilders desde 1998, cuando ambos llegaron a la legislatura, dijo que es difícil negar que los vientos políticos han cambiado a su favor. “En este país se subestima la cantidad de personas que temen al islam”, dijo.
Ese temor ha sido fomentado en parte por el asesinato en 2002 de Pim Fortuyn, un político de derecha y, dos años después, del cineasta Theo Van Gogh; ambos hablaban en contra de los inmigrantes.
Fue en este contexto que Wilders formó su partido y comenzó a encontrar una audiencia más amplia. Hoy en día cuenta con seguidores en prácticamente cualquier parte del país.
Un trayecto destacable para alguien que empezó en 1991 como asistente parlamentario del partido conservador, entonces dirigido por Frits Bolkestein. Este ahora califica a Wilders como “el aprendiz de brujo” que, según la historia, usa uno de los hechizos que acaba de aprender para que una escoba limpie el piso en vez de él.
En poco tiempo, el agua se desborda y se da cuenta de que no sabe cómo detener a la escoba. Intenta partirla en dos con un hacha, pero de pronto ya hay dos escobas, luego cuatro. “El aprendiz no puede detenerse”, dijo Bolkestein.