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García Márquez destruyó el original de 'Cien años de soledad'
Ciudad de México. Si hubiera sido por Gabriel García Márquez, ni rastros hubieran quedado del proceso de poner y quitar palabras de "Cien años de soledad".
Pero, amiguero como era, el Premio Nobel 1982 dejó al menos una pequeña ventana para echar un vistazo a sus secretos: unas pruebas de imprenta corregidas a mano y autografiadas dos veces que regaló en 1967 en México al cinesta Luis Alcoriza y su esposa Janet Riesenfeld.
A 50 años de la publicación de la novela, que se terminó de imprimir el 30 de mayo de 1967, están guardadas en Madrid como un tesoro, bajo cuatro llaves, a la espera de que alguien quiera comprarlas por un millón de euros. Nadie lo hizo en 2001 y 2002 cuando se intentó subastarlas.
"Las páginas mecanografiadas por él las destruyó junto con su mujer Mercedes. Entonces, lo que queda como enlace son estas galeradas corregidas", dijo a dpa su propietario, el productor mexicano Héctor Joaquín Delgado, heredero universal de los Alcoriza.
Una vez publicada la novela, García Márquez y su esposa Mercedes se encargaron de destruir el borrador salido de su máquina de escribir, para que nadie pudiera descubrir su "carpintería secreta", como él decía, ya que estaba "acribillado" con cambios a mano en tinta de distintos colores.
Por eso las pruebas de imprenta de Delgado son, quizás, el único testimonio de sus correcciones manuales, a menos que existan otras galeradas revisadas, desconocidas hasta ahora, en poder de alguien que las guarde en secreto.
Las pruebas heredadas por Delgado constan de 181 páginas y una cubierta. Fueron enviadas por la editorial Sudamericana a García Márquez desde Buenos Aires a su casa en Ciudad de México para revisión.
De puño y letra el escritor cambió palabras, separó capítulos, quitó y completó frases en los márgenes. Agregó, por ejemplo, la frase "Úrsula le había asignado una suma semanal para sus gastos personales".
También asentó que quería agregar algo en un sitio y en la novela publicada después aparecen ahí 11 líneas más, con premoniciones de Úrsula, de acuerdo con un dossier elaborado para las subastas frustradas de Barcelona y Londres.
Además, sustituyó la palabra "exasperándolas" por "achicharrándolas", convirtió la "prodigalidad" de Aureliano Segundo en "desperdicio" y agregó un dato sobre una imagen de yeso en tamaño real de San José que se rompe en el suelo: "Estaba atiborrada de monedas de oro".
"Hombre, un trabajo de una minuciosidad tremenda", resume Delgado, de 75 años, en entrevista en la capital mexicana. "Alguna institución de tipo cultural sería el lugar adecuado para las galeradas para que puedan ser consultadas por la gente. Es parte del proceso de la escritura de esta obra".
En el texto hay más de 1.000 correcciones, aunque, según el dossier, 270 fueron hechas a mano por García Márquez. El resto son errores tipográficos marcados en rojo probablemente por la editorial, de acuerdo con una especialista de la casa de subastas Christie's.
García Márquez corrigió las pruebas pero no las mandó de regreso a Buenos Aires por temor a que se perdieran. A sus editores les hizo llegar una lista con las modificaciones y el documento revisado se lo obsequió en México a sus amigos Alcoriza.
"Para Luis y Janet, una dedicatoria repetida, pero que es la única verdadera: 'del amigo que más los quiere en este mundo', Gabo 1967".
Años después, ratificó sus dichos con un añadido: "Confirmado 1985".
Según contó el escritor en 2001 en un artículo en el diario "El País" titulado "La odisea literaria de un manuscrito", la mecanógrafa que pasó el borrador en limpio hizo también tres copias en papel carbónico.
El primer lector del texto definitivo, sin correcciones a mano, fue el escritor colombiano Álvaro Mutis. "La copia que leyó Álvaro Mutis fue la que mandamos en dos partes por correo, y otra fue el respaldo que él mismo llevó poco después en uno de sus viajes a Buenos Aires", escribió García Márquez.
"La tercera circuló en México entre los amigos que nos acompañaron en las duras. La cuarta fue la que mandé a Barranquilla para que la leyeran tres protagonistas entrañables de la novela: Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas y Álvaro Cepeda, cuya hija Patricia la guarda todavía como un tesoro".
El sociólogo e historiador español Álvaro Santana Acuña, que está investigando en el archivo personal de García Márquez en la Universidad de Texas, dijo a dpa que existe ahí una de esas copias.
"El mecanuscrito final y original de 1966 que García Márquez envió a Sudamericana para su publicación está en manos de la Universidad de Texas", afirmó.
"Hay una frase que en el mecanuscrito de Texas aparece completa pero que probablemente la cambió y la tachó y esa evidencia debe estar en las pruebas de imprenta, porque al contrastar con la edición príncipe de 1967 son evidentes los cambios".