Futuro: No es negro cuadrante regional
Usted está aquí
Futuro: No es negro cuadrante regional
Acercándose al final de su vida útil, el eventual cierre de operaciones de las centrales termoeléctricas de Nava, Coahuila, significará un importante punto de quiebre en las pautas de desarrollo de las regiones Norte y Carbonífera del Estado. Especialmente en el caso de ésta última, por su elevada dependencia económica de las actividades de extracción de carbón térmico, combustible con el cual se alimentan las dos plantas más importantes de México de generación de electricidad a base de este energético, las cuales aportan una producción anual combinada de dos mil 600 MW (Megawatts), aproximadamente el 10 por ciento de la oferta nacional de electricidad, y un consumo de carbón térmico superior a 10 millones de toneladas.
No obstante que la electricidad generada con carbón es de las más económicas, el principal obstáculo para la operación a futuro de las plantas carboeléctricas son sus elevadas emisiones de gases de efecto invernadero. En el caso de las plantas carbón I y II de Nava, cada año emiten alrededor de 10 millones de toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono, un tercio de las emisiones totales del estado de Coahuila. Y las tecnologías disponibles para reducir significativamente este impacto ambiental, son muy costosas, eliminando la viabilidad económica de la generación eléctrica “limpia” con este combustible.
En este punto en el tiempo, el escenario más plausible en los años por venir, será el desplazamiento del carbón como combustible de generación eléctrica. Y esto representará un enorme desafío de reestructuración económica y social para esas regiones del Estado. Dada su magnitud y dificultad, lo más sensato es iniciar, a la brevedad, un esfuerzo sistemático de reflexión que permita contemplar escenarios alternativos y preparar el terreno para su instrumentación.
Entre las opciones de reorientación económica de la región, existen oportunidades y riesgos en el mismo sector de la energía: Coahuila en general y las regiones del norte del Estado en lo particular, cuentan con un potencial importante de generación eléctrica con sol y viento.
De igual forma, podría explorarse la reconversión de las carboeléctricas en plantas de ciclo combinado, o la instalación de nuevas plantas alimentadas con gas natural, tecnologías con emisiones de gases de efecto invernadero sensiblemente menores a las de las plantas de carbón. De esta forma se puede aprovechar la abundancia de ese energético en la comarca. Todas estas opciones exigirán reconversión del personal, lo cual demandará acciones que permitan el desarrollo de las capacidades y habilidades necesarias de la fuerza laboral.
El impulso a la generación eléctrica con fuentes alternativas en la zona, ya sea renovables (viento, sol) o no renovables (gas natural), permitiría sacar provecho de la infraestructura de transmisión ya existente en el área, pues la central I está interconectada al sistema nacional operado por la Comisión Federal de Electricidad mediante dos líneas de alta tensión (con capacidad de 230 kW –kilowatts–) y otras dos de 400 kW. Las primeras dos conducen la electricidad hacia Arroyo el Coyote, de Nuevo Laredo Tamaulipas, en tanto las dos restantes la dirigen hacia Frontera, Coahuila.
Por su parte, la Central II entrega la energía generada en el Área de Control Noreste, vía dos líneas de transmisión de 400 kW cada una (Lampazos I y II). De igual forma, alimenta a la subestación Río Escondido, mediante un enlace de igual voltaje.
En el caso del aprovechamiento de los yacimientos de gas natural, debe darse prioridad al producido mediante las tecnologías de extracción convencionales, pues los procedimientos de fractura de roca dejan serias dudas respecto a su sustentabilidad ambiental: Son consumidoras intensivas de agua, un recurso vital y escaso en la región. De igual forma, existen serios cuestionamientos acerca de su confiabilidad en el sentido de garantizar la no contaminación de otros mantos freáticos. Afortunadamente el desplome de los precios del petróleo ha desplazado en el tiempo la ejecución de estos proyectos. Las autoridades deberían emplear este espacio temporal para valorar adecuadamente los impactos ambientales de estas actividades, pues puede resultar mucho más caro “el caldo que las albóndigas”.
Estamos justo a tiempo de tomar las previsiones necesarias frente a un futuro inminente: La desaparición de un mercado de más de 10 mil toneladas anuales de carbón térmico en el norte de Coahuila. La eliminación de las plantas de generación de electricidad con carbón es una tendencia mundial y un imperativo de supervivencia de la especie humana en la tierra. Por lo anterior y por los elevados costos de transportación del carbón a grandes distancias considerando su valor por unidad de peso, será prácticamente imposible encontrar mercados alternos de la dimensión requerida para desplazar la producción actual de carbón térmico de la región carbonífera. El futuro está por alcanzarnos y debemos poner de inmediato manos a la obra. Corresponde al Gobierno de Coahuila encabezar estas acciones.