Frío
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Frío
El invierno llega y (si el calentamiento global lo permite) el cielo tiende a ser plomizo; nublado en el mejor de los casos. Así lo dictan los lugares comunes y, por supuesto, el efecto invernadero. Sin embargo, en algunos lugares del norte de México, los días en los que algún frente frío no se hace presente, pueden ocurrir atardeceres impresionantes.
1.Nací en Monclova y la mezcla de tierra y contaminación provoca que muchas veces los ocasos tomen un matiz apocalíptico. Como si de repente el sol fuera incapaz de contenerse a sí mismo y su luz se desparramara. Más no como una explosión, sino como un brillo permanente que rebasa la forma circular con la que se le percibe.
2. Está de más (y es obvio, aparte) decir que no he vivido ningún Apocalipsis... Salvo los fallidos, como el de Nostradamus o las profecías Mayas. No obstante, siempre persiste la idea del fin del mundo en la mente de las personas, sobre todo cuando inicia el año y aumenta cuando se terminan las vacaciones invernales. Tales son nuestras desgracias cotidianas. Banales, puede ser, pero superan cualquier cataclismo.
3. Sin embargo, si tuviera que imaginar un fin del mundo también tendría que visualizar el panorama posterior; el "after", como quien dice. A mí no me viene a la memoria otra cosa más que el "Outworld" de Mortal Kombat con sus parajes desolados y sus cielos revueltos y caóticos. Así es, tal y como los ocasos de principios de año norteños.
4. Algo me pasa, también, cuando juego MK2. Por alguna extraña razón no paro de acordarme del video de "Dancing With Myself" de Billy Idol. La escenografía, si se observa bien, no es otra cosa que el antecedente directo del juego de video diseñado por Ed Boon y John Tobias.
5. Los videos de los '80 siempre me recuerdan al lugar en el que nací. Cuestión de lógica, supongo. Así, ya puesto en esto del el invierno, la estación me recuerda particularmente a "Running Up That Hill" de Kate Bush o "Nothing Compares 2U" de Sinéad O'Connor. Ambos video clips no hacen sino causarme frío.
6. Frío y desolación. De eso se trata el invierno, ¿no? También el "post-Apocalipsis", quiero creer. En este caso, me basta con leer "El país de las últimas cosas" y sin necesidad de encontrarle relación con todo lo anterior. Después de todo, ¿qué necesidad tengo de imaginarme a Anna Blume bailando contempo o a Shao Kahn en una clínica de Eutanasia? Arruinaría mi lectura de Auster. O no.