Frases selectas de la Nación Petatiux sobre la Navidad
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Frases selectas de la Nación Petatiux sobre la Navidad
Con el paso de los años esta columna ha filosofado mucho sobre la naturaleza de las fiestas de diciembre. Aquí un compendio de estas reflexiones:
∙Aprendí con los años que el significado de la Navidad es amar al prójimo, y que amar al prójimo significa no tener el menor contacto con él.
∙¡Maten a Santa! Es absurdo que un niño crezca creyendo tal cosa. ¡Y viera usted lo a gusto que se vive sin él!
∙Los Tres Reyes Magos eran cuatro: Melchor, Gaspar, Baltasar y Donatello.
∙Accidentes relacionados con el consumo de alcohol, la tercera causa de muerte en estas fechas, después del suicidio por depresión y el atragantamiento.
∙Hasta donde sé, a nadie le gusta el pavo: “Es muy seco”, dicen unos. “Yo prefiero unos buenos tamales con champurrado”, aducen otros. ¿Entonces? ¿Cuál es el objeto de que cada año sacrifiquemos a estas pobres bestezuelas emplumadas que ni siquiera resultan del agrado de nuestros salvajes paladares, forjados en arrachera y cerveza?
∙Yo abogaba por una versión abreviada de la Navidad, algo así como el futbol rápido, pero todavía más rápido: un abrazo, un brindis, un remix con los mejores villancicos y a otra cosa.
∙Sé que es Navidad, porque ya empiezo a sentir como torzones del espíritu…
∙ A mí nomás de saber que voy a vérmelas con una enmarañada serie de luces me provoca ganas de colgarme con ella (¡menuda decoración si a alguien se le ocurre conectarla!).
∙Se llegó la Navidad, desde cuya víspera nos vemos asaltados por pensamientos consumistas, suicidas, homicidas, mercantilistas, maniacodepresivos, delirios culinarios, frenesí sexual, culpa… Todo excepto la conmemoración del natalicio del segundo carpintero favorito de México después de Pepe “El Toro”, claro está.
∙Es Navidad y se toma como excusa para darle a todo un toque chabacano y horrendo.
∙A veces es difícil hacer la debida distinción entre lo importante y lo superfluo, porque “costoso” es en apariencia sinónimo de “valioso” (y no es así necesariamente). Aunque a veces lo sustancial y las futilidades se antojan caras por igual, lo cierto es que se localizan en áreas muy distintas de la gran tienda departamental. En la sección de cosas importantes encontramos el amor, la salud, la realización, la honestidad, la cultura, la verdad y los cortes finos de carne; mientras que en otro departamento muy diferente hallamos el lujo, la ostentación, la apariencia, la vacuidad y –por desgracia- aun mejores cortes de carne.
∙Los comerciantes se temen, y con sobradas razones, que este año a los consumidores se nos pueda contagiar alguna idea extravagante, como regalar afecto.
∙El secreto es hacer vida normal y dejar que otros se preocupen por la exitosa culminación de las festividades (que en caso de acabar en desastre serán también los únicos responsables). La regla primordial de supervivencia es básicamente hacerse menso.
∙Ya me veía a mí mismo con un enorme sombrero de copa, abriéndome paso a bastonazos entre la muchedumbre.
∙La Navidad, la conmemoración del baby shower más famoso de todos los tiempos.
∙En serio que si uno no repara en esta bola de sinsentidos a los nueve años, está bien porque después de todo ¡uno tiene nueve años! Pero si una vez pasada la edad del acné no cuestionamos los cimientos de la cultura occidental, entonces sí merecemos ser borrados de la faz de la Tierra y otorgarle ya su merecida oportunidad a las cucarachas.
∙Ya conoce usted el brete que representa cada año sacar delicadamente esferas, colguijes y adornos; y hacer que el pinito esté –a sus sesenta y tantos años- erguido sin necesidad de viagra.
∙El problema es que como cada vez somos más, le damos menos tiempo al taller de Santa para surtir todos los pedidos (y por lo consiguiente, cada año trae menos regalos a menos gente).
∙Llegó esa maravillosa época del año cuyo espíritu toca a los hombres y los convierte, de ser los cretinos ordinarios de todos los días, en verdaderos hideputas de alta peligrosidad.
∙Por fortuna mi entrenamiento Jedi me ha ayudado un poco con el manejo de la ira y ahora en vez de tratar de hacer que la Navidad se parezca a aquella idea perfecta que nos programan de chiquitos... Pero no se engañe, a la bestia se le puede controlar pero no matársele. Aun vive dentro de mí el Energúmeno de las Posadas y se me sale a la menor provocación (¡no lo provoquen!).
∙Contrario a la creencia popular, Enrique Abasolo no tiene nada en contra de la celebración de la Navidad.
∙Navidad… “¡Bah, paparruchas!
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