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Frases e ideas con comentarios
En este artículo cito frases de escritores leídos recientemente o tiempo atrás. Tengo fichas de lectura con comentarios, críticas y citas. Éstas van entrecomilladas.
Michel de Montaigne escribió en 1580 que: “Las leyes mantienen su crédito no porque sean justas sino porque son leyes. Es el fundamento místico de su autoridad; no tienen ningún otro”. Ahora que los diputados cambian leyes apresuradamente, deberían consultarlo.
Al siguiente siglo, Baruch Spinoza, filósofo declarado hereje por la comunidad judía y expulsado de la misma en Ámsterdam, expresó que: “Cada uno busca con sumo ardor su utilidad personal y estima que los derechos más equitativos son los necesarios para conservar y aumentar sus intereses”. Lea su “Tratado Político”, de 1674. Lo he usado en clase de metodología.
Doy la palabra a Poniatowska: “El lenguaje popular de ninguna manera es ofensivo; ni siquiera puedo decir si es ciento por ciento popular. No hay nada en el libro que pueda ofender; al contrario, el único que se puede sentir mal es el gobierno mexicano al darse cuenta de que tiene seres tan espléndidos y los trata tan indignamente”. En 1978, Elenita se refería a su libro “Hasta No Verte Jesús Mío”.
Curiosa casualidad que viene del semiólogo Roland Barthes: “Me intereso en el lenguaje porque me hiere o me seduce. ¿Podría ser un erotismo de clase?, ¿qué clase?, ¿la burguesa? Ésa no tiene ningún gusto por el lenguaje que, a sus ojos, ni siquiera es un lujo ni un elemento del arte de vivir”. (“Le Plaisir Du Texte”, mi traducción).
Y George Steiner: “La ciencia no nos puede decir cómo se implantó la barbarie en la moderna condición humana. No puede enseñarnos a salvar las cosas que nos importan por más que haya contribuido a ponerlas en peligro. Un gran descubrimiento en física o en bioquímica puede ser neutral. Un humanismo neutral es o una pedantería o un preludio de lo inhumano”. (La formación cultural de nuestros caballeros.)
Frase no alejada de la de una chica americana: “Es paradójico que un gran filósofo como Nietzsche y un gran músico como Richard Wagner puedan haber contribuido tanto al sufrimiento del mundo en este siglo”. Era Carson McCullers. A la edad de 23 años publicó su gran obra “El Corazón es un Cazador Solitario”. Debo explicar que Nietzsche y Wagner fueron usados por Adolfo Hitler. El ejército americano antes de bombardear una aldea campesina en Vietnam transmitía desde helicópteros música de Wagner en máximo volumen. Luego quemaban vivos a los vietnamitas con napalm. El judío Henry Kissinger, imitando a Hitler, ordenó el bombardeo.
Los gringos ya olvidaron la guerra de Vietnam; tienen una memoria vasta para lo que les interesa y otra olvidadiza para lo mismo. No escapó esto a Woody Allen al declarar en Oviedo que: “En Estados Unidos no se acuerdan de la guerra con España de 1898. Lo más viejo allí tiene diez años”. Aparece en la biografía intelectual de Natalio Grueso, Woody Allen, el último genio. ¿Cómo se acordarían de aquel episodio si ya olvidaron la invasión hecha hace 20 años donde mataron, sin razón, a 645 mil iraquíes?
Termino las citas con el poema “Antinoo” de Fernando Pessoa escrito en inglés. Antinoo era un adolescente del que estaba perdidamente enamorado el emperador de Roma. El joven murió ahogado en el Nilo. El emperador no volvió a ser feliz. Siglos después Pessoa dialogaba con él: “Oh Adriano, ¿qué será ahora de tu vida fría?, ¿de qué vale ser dueño del poder y los humanos? Sobre tus visibles imperios su ausencia desciende como una noche, y no hay albas con esperanzas de delicias nuevas. Ahora, de amor y besos, viudas están tus noches”. Traducción de Cayetano Cantú, de Reynosa, muerto un mes después de impartir una charla en Saltillo; traducía de siete lenguas, incluido el griego.
Recapacito: Lo justo debe prevalecer. En mi artículo pasado escribí que los secretarios generales de Rubén Moreira persiguieron a Jackie Campbell. Por ética periodística rectifico. Fueron cuatro: Miguel Riquelme, Armando Luna, David Aguillón y Víctor Zamora. Nada más los dos últimos la atacaron sistemáticamente y, con furia, Zamora.