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Francisco Gabilondo Soler: ¿Quién es el que anda ahí?
MÉXICO, D.F.- A Francisco Gabilondo Soler (1907-1990), mejor conocido como Cri-Crí, le fascinaba la astronomía, el boxeo, navegar sin preocupación alguna y los toros, además de los boleros y la natación.
El famoso “Grillito Cantor”, autor de 240 canciones para niños, varias convertidas en clásicos de la música popular, que han trascendido de generación en generación durante 81 años, no sólo era pianista, arreglista y compositor, sino también escritor de cuentos y poemas.
“La palabra escrita le gustaba tanto como la oral”, comenta en entrevista Gerardo Australia, autor de la nueva biografía Francisco Gabilondo Soler. Su obra y sus pasiones; una herencia para México, que desvela al Cri-Crí de carne y hueso en todas sus facetas, sus éxitos y fracasos.
“El libro explota toda esa riqueza biográfica que no se conoce. Él era un músico completo, no sólo escribía canciones para niños, sino boleros para adultos. Fue un gran pianista y arreglista, manejaba todos los ritmos y géneros. Era buen deportista, corría, nadaba, pero también era un lector apasionado. Escribía cuentos y poemas. Fue muy versátil”, agrega.
El libro de gran formato, en pasta dura y 238 páginas, que se presenta hoy en la Fonoteca Nacional, es la biografía “casi definitiva” del “Grillito cantor”, pues incluye una cronología completa, el contexto histórico que le tocó vivir, un catálogo actualizado de sus canciones y letras, partituras, fotografías y cartas inéditas.
“Y digo que casi definitiva, porque seguimos encontrando canciones y cartas inéditas. El archivo de la familia esconde aún varios tesoros”, dice el autor.
Tras cinco años de investigación, la Fundación Francisco Gabilondo Soler, Cri-Crí, que edita el volumen con el apoyo del Conaculta y la Cámara de Diputados, encontró que este artista creó más de 300 personajes y casi 4 mil páginas de cuentos y otros textos, grabó 120 canciones de las 240 que escribió y ha vendido a la fecha 10 millones de discos.
Fue un hombre autodidacta. Sólo terminó hasta sexto de primaria, pero nunca dejó de estudiar: idiomas, matemáticas, era un lector voraz. Su pasión por la astronomía era quizá más grande que por la música. Invirtió gran parte de sus ingresos en sus estudios de astronomía. Y, ya de grande, se dedicó el ciento por ciento a eso”, explica.
Australia aclara que Gabilondo Soler no sólo fue el “Grillito Cantor”, sino también el “Guasón del Teclado”. “Un personaje popular que él creó, tipo Chava Flores, pero con música muy fina de su tiempo, más romántico que urbano. Admiraba a Agustín Lara. Quería ser un bolero-star.
Óscar Gabilondo, nieto de Cri-Crí y presidente de la Fundación, asegura por su parte, que la Ciudad de México fue muy importante para el músico nacido en Orizaba, Veracruz, pues sus costumbres, sus calles y mercados están reflejados en varias de sus letras. “Él disfrutaba mucho de la vida cotidiana de las colonias donde vivió: el Centro, Santa María la Ribera y la Condesa”.
Cuenta que don Francisco era un hombre apolítico. “Vivía ajeno a las cuestiones políticas, religiosas, todo lo que causaba polémica. No le gustaba preocuparse por eso. Por ejemplo, cuando la XEW decidió detener los trabajos debido a la emergencia de la Segunda Guerra Mundial, él se fue en un barco a Argentina, a probar suerte, pero no tuvo éxito, le fue mal y se regresó”.
Dice que era una persona amorosa con sus hijos y su familia. “No era muy sociable, decía que una reunión de cinco ya era un tumulto. Pero sí fue apegado a la familia y a mi abuela, Rosario Patiño”.
Australia adelanta que después de esta biografía, planean elaborar un segundo libro ahora dedicado a Rosario Patiño, quien, además de su esposa, fue su manager personal por más de 50 años.
“Fue una agente de artistas pionera, publicista, una de las primeras mujeres en probar las medias de nylon. Se conservan unas 300 cartas que él le escribió de su puño y letra”, concluye.
Óscar Gabilondo informó que los mil ejemplares iniciales de esta edición se regalarán a bibliotecas y museos del país y que en la Fonoteca Nacional se han depositado 85 carretes de grabación en vivo, que han sido digitalizados y resguardados para que las futuras generaciones conozcan el trabajo creativo de su abuelo y no pierda vigencia.