Fotomontaje...

Usted está aquí

Fotomontaje...

Ilustración: Vanguardia/Montserrat Galindo

Por: Rafael Tiburcio García

 

A Alberto Chimal

Lorena titubeó donde la escalera dejaba de ser metal estático. No la culpo. Aquello se parecía a esas pinturas de Magritte que papá observaba algunas veces en las paredes del laboratorio, cuando hacía breves pausas en su investigación y trataba de adivinar hasta dónde lo llevarían sus descubrimientos.

 

Sin ganas de saber más de todo aquello, mamá se había encerrado en el cuarto a rezarle a Dios por el alma de mi padre, mientras él la llamaba desde el otro lado de la puerta.

 

Seis peldaños antes de la planta alta, la escalera se empezaba a mover sola, siempre hacia arriba, igual que las de la estación del tren subterráneo. Pero no se trataba de un mecanismo. Parecía el punto de encuentro entre dos lugares distintos cuyos límites friccionaban en ese sitio preciso. Era el resultado de los experimentos de mi padre. Al menos así lo entendí con los años, pero es borroso. La imagen que recuerdo es como la de esos fotomontajes viejos, donde los bordes se mezclan y parecen siempre desenfocados.

 

El titubeo de Lorena le costó caro. Su siguiente paso lo dio en ese lugar distinto.

1
Escucha “Fotomontaje” en versión audiodrama escaneando el siguiente código QR:

Los hombres de ciencia tienden a desarrollar fijaciones con la obra de algún artista. Cuando era niño no lo entendía. Sus investigaciones, en cierto modo, intentan demostrar que esas fantasías pueden volverse posibles: como si, más que invenciones, las pinturas y los libros fueran la evocación de un porvenir incierto que los hombres como mi padre intentan recordar.

 

“No es fácil andar un camino que se rompe para dar paso a otro, pero no debes temer, es cierto, cambia, pero tú no dejas de caminar. Es como cuando un músico pasa de un ritmo a otro sin detenerse. Es lo mismo. Hasta la memoria se encima y no por eso dejas de recordar”. Eso nos decía mi padre de vez en cuando, como preparándonos para lo que vendría: “La tecnología avanza, hijo, éste era un salto lógico”.

 

Cada vez que vuelvo a esta casa de metal me acerco a la escalera, subo con calma y vacilo antes del sexto peldaño. Lo hago por reflejo. No pasará nada, lo sé de antemano: mi padre renunció a sus investigaciones cuando mamá impuso ese luto riguroso que con el tiempo sería permanente; poco después él nos abandonó, quizá de la misma forma que mi hermana.

 

Entro a la alcoba de mi madre, me siento a su lado en la cama y juntos observamos los álbumes del buró. A veces, Lorena o mi padre están en la siguiente página. Entonces los recuerdo como si los escuchara, como si sus voces sonaran en la habitación contigua y dijeran algo que no entendemos claramente.

 

Rafael Tiburcio García

Rafael Tiburcio García. Villahermosa, 1981. Vive en Pachuca desde 1982. Escritor y docente. Es licenciado en Ciencias de la Educación y maestro en Estudios Humanísticos en Literatura. Gestiona sus redes sociales como @juancorvus. Poemas y cuentos suyos han sido publicados en antologías de Chile, España y México, así como en la Revista de la Universidad de México, Marvin, Círculo de Poesía, Vozed, Post-Pop Magazine y otras publicaciones impresas y electrónicas. Es coordinador editorial de la Revista latinoamericana de ciencia ficción Espejo Humeante. Fue becario del PECDA (FOECAH), en la disciplina de Letras, en la categoría Jóvenes Creadores en 2010 y Creadores con Trayectoria en 2017. Su poemario Elegías obtuvo el primer lugar en el Concurso Nacional de Literatura ISSSTE 2018. Es autor de la novela Rabia | Ikari (Cecultah, 2015), mención especial en el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada 2016; y de Cuentos de bajo presupuesto. Edición facsimilar (Cecultah, 2014), libro merecedor del Premio Estatal de Cuento Ricardo Garibay 2014 del cual se desprende este relato.