Fotografía 51

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Fotografía 51

A lo largo de la historia hemos visto fotografías que han cambiado el curso de la historia, otras que han inspirado a generaciones enteras y unas más que han denunciado hechos trágicos y mortales.

La primera fotografía de guerra fue tomada en Saltillo en el año 1847. Fue captada por un fotógrafo desconocido durante la Guerra México-estadounidense. Luego, y para la memoria colectiva, está la fotografía de Robert Capa en el momento justo de la muerte del miliciano anarquista Federico Borrell García, durante la Guerra Civil española. Otras más denuncian las atrocidades cometidas, como fue la instantánea de Eddie Adams durante la ejecución de Bay Lop, un miembro del Viet Cong. También en Vietnam, Huynh Công Ut captó la famosa imagen de la niña Kim Phu, huyendo desnuda del infierno del napalm lanzado por el Ejército de los Estados Unidos. Huynh Công Ut obtuvo incluso el Premio Pulitzer.

Alberto Korda tomó una fotografía de Ernesto “Che” Guevara en el homenaje a los caídos en el barco Le Coubre y es una imagen que ha inspirado a millones y que ahora se le encuentra en murales, camisetas y libros. Por su parte el fotógrafo inglés Iain Macmillan, retrató a cuatro jóvenes ingleses cruzando la avenida Abbey Road en Londres, en la famosa portada de uno de los mejores álbumes de Los Beatles.

Pero ninguna de ellas se compara en importancia y trascendencia como la fotografía 51, tomada por la biofísica y cristalógrafa inglesa Rosalind Franklin, una científica cuyo trabajo e investigación condujeron a la comprensión de la estructura del ácido desoxirribonucleico: el ADN, la sustancia que contiene el secreto de la vida.

El ADN es la molécula que guarda y transmite por generaciones, la información biológica de un organismo. El ADN contiene toda la información genética de un ser vivo y una serie de características morfológicas y fisiológicas. Cada uno de nosotros contiene un ADN único, y aunque existen rasgos que nos identifican con nuestra familia o nuestra raza, ni uno solo de los más de 100 mil millones de personas que han vivido o viven en este planeta a lo largo de la historia, tiene o va a tener el mismo ADN.

Ahí reside la importancia de la fotografía y el trabajo científico de Rosalind Franklin, una físico-química que obtuvo el grado de doctorado en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, quizás el mejor centro de estudios superiores del mundo y que trabajando en el laboratorio con entonces técnicas de difracción de rayos-X, obtuvo la famosa fotografía de la doble hélice del ADN que llevó a los científicos James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins a obtener el Premio Nobel de Medicina en 1962, un suceso considerado como el más formidable evento científico de la historia moderna.

Franklin por sí misma estuvo muy cerca de resolver la estructura del ADN e incluso ha existido por años un acalorado debate en la comunidad científica por considerarse que Maurice Wilkins, entonces su compañero en el laboratorio, jamás dio a Rosalind Franklin el crédito correspondiente pues el artículo que publicaron él y Crick en la revista Nature no hacía referencia al origen de la información.

Se hacía así justicia a los descubrimientos que permitieron conocer la estructura del ADN y a una científica conocida como “la mujer que no obtuvo el Premio Nobel” por su participación en este suceso. Y es que lamentablemente, ella murió cuatro años antes de que les entregaran a los científicos el Nobel, Franklin enfermó de cáncer, que adquirió con mucha seguridad por la constante exposición a la radiación y el premio no se otorga jamás post mortem.

La fotografía 51, es una radiografía borrosa que muestra una cadena de ADN extraído de un tejido de una pantorrilla humana y que mostraba la estructura de doble hélice de ADN, algo que nos hace únicos e irrepetibles.

Así que si hoy o alguno de estos días siente que no soporta a alguno de los seres humanos que le rodean, téngale un poco más de paciencia y recuerde la frase de otro gran científico, el astrofísico Carl Sagan: “En la perspectiva cósmica, cada uno de nosotros es precioso. Si alguien está en desacuerdo contigo, déjalo vivir. No encontrarás a nadie parecido en 100 mil millones de galaxias”.

@marcosduranf