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Formar ‘Terminators’
La procrastinación es un mal hábito de retrasar o no iniciar actividades importantes por miedo o flojera para realizarlas. Es muy común que nuestros hijos nos digan “al rato lo hago” como la tarea escolar o alguna responsabilidad doméstica. La mayoría de las veces desean hacer actividades divertidas al principio y dejar al final las aburridas o tediosas.
Varias universidades han creado programas profesionales de emprendimiento, cuyo objetivo es estimular a sus estudiantes para iniciar y crear empresas basadas en la innovación. Y lo más preocupante es que el 70 por ciento de las empresas no subsisten al segundo año de operación. ¿Cuántos tienen la capacidad de trabajar duro con persistencia y resistentes al aburrimiento, trabajo repetitivo y adversidades? Creo que muy pocos. Es tan importante iniciar una actividad como terminarla. Generalmente es más fácil empezar por la novedad o la motivación porque es algo nuevo. Sin embargo, lo difícil es perseverar y sobre todo terminar. Hay que formar hijos “terminators” o personas “finishers” (término anglosajón), que significa capaces de terminar lo que se empiezan.
Recuerdo la maravillosa historia de John Stephen Akhwari de Tanzania, competidor de maratón en la Olimpiada de México de 1968. En el kilómetro 19 cae al pavimento dislocándose un hombro y lastimándose fuertemente una rodilla. La ceremonia de premiación había terminado, era de noche y el estadio se encontraba semivacío. Él terminó en el último lugar (57) de 75 que empezaron. Al cruzar la meta con su rodilla ensangrentada, lo entrevistaron y le preguntaron por qué terminó la carrera si ya no tenía nada que ganar.
Respondió: “Mi país no me envió 5 mil millas para empezar la carrera; me enviaron 5 mil millas para terminarla”.
La enseñanza de Akhwari es muy importante: jamás hay que darse por vencido sin importar las dificultades. Hace unos años un chico de 14 años quería renunciar a su equipo de fútbol de su escuela. Me decía: “Maestro, ¿para qué sigo entrenando? si no soy tan bueno y nunca podré jugar”. Efectivamente, era muy poco el tiempo de juego que el entrenador lo metía a los partidos, ya que sus compañeros eran mejores que él. Al preguntarle qué haría en ese tiempo que le quedaría libre al no entrenar, no sabía, ya que nunca los entrenamientos le impedían hacer la tarea u otras actividades que deseaba. Entonces, le pregunté cuáles eran las cosas positivas que encontraba al ir a entrenar y esto fue lo que me contestó: “Maestro, tengo grandes amigos y me la paso muy bien.
Puedo mantenerme físicamente activo y con salud. Además, el entrenador estaba muy contento conmigo, ya que mis habilidades de juego cada vez eran mejores en cada práctica”. Había invertido más de 4 años de entrenamientos y juegos para abandonarlo todo. Lo pude convencer de que realmente valía la pena continuar entrenando aun si no jugaba lo suficiente en los partidos oficiales. Fue su gran esfuerzo que jugó la mayoría de los partidos y hasta fue nombrado el mejor jugador de su equipo por su esfuerzo, liderazgo y persistencia. Si pudo perseverar en el equipo de fútbol, será capaz de terminar cualquier aventura que elija.
Enredos de familia
JESÚS AMAYA GUERRA